De entre todas las actividades y visitas que tenía previsto realizar
en Dubai, estoy en condiciones de afirmar que me gustaron y sorprendieron
gratamente todas las que en principio no me atraían nada o incluso descubrí
sobre la marcha y, en cambio, me defraudó la que más expectativas me había
generado. El problema no es la visita al desierto y el fabuloso paisaje de
dunas si no la gestión con que se realiza, que somete a las bellas dunas del
desierto de Dubai a una presión medioambiental que difícilmente será
sostenible.
Al sur de la gran ciudad árabe de rascacielos imposibles el desierto
gana el terreno que de alguna u otra forma algún día ocupó. A unos 30 minutos
en coche, se llega al conocido popularmente como desierto de Dunas Rojas, en los límites con la Reserva para la
Conservación del Desierto de Dubai. El desierto es espectacular y la
composición mineral difiere con la de las dunas donde esa misma mañana me topé
con los órix de Arabia. Las de la tarde son dunas de un color rojo que se
intensifica especialmente cuando cae la tarde. Magníficas. Es también el
escenario donde las empresas realizan el tan anunciado a bombo y platillo “Safari”.
Y esto es lo que no me gustó. El “safari” que las empresas realizan consiste básicamente
en hacer el cabra por las dunas con los vehículos 4x4. La cantidad e intensidad
de las piruetas sobre la arena es mayor cuanto mayores son los gritos de los
turistas que se dejan llevar por la actividad. La realidad es que no uno ni dos
coches, sino cientos (habéis leído bien, cientos) se “pierden” entre las dunas
en busca de adrenalina. El resultado a corto plazo quizá sea satisfactorio para
las empresas (económicamente hablando) pero a medio plazo, el recurso natural
de las dunas va a desparecer de forma irremediable porque ellos mismos se
encargan de “eliminarlas” subiendo con el coche. Me da la sensación de que,
entre otras cosas, los estudios sobre capacidad de carga han sido nulos.
Lo que si me gustó es la demostración de cetrería que alguna de las
empresas realiza entre las dunas. La cetrería
en Dubai es como el fútbol en España. Varios halcones peregrinos se
encargan de poner los pelos de punta con sus vuelos rasantes entre la gente, con
su endiablada velocidad de picado. Una auténtica gozada antes de regresar a
España ver volar al animal más veloz de la Tierra.
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