En la región de Malopolska, al sur de Polonia, se levantan las abruptas montañas de la cordillera de los
Tatras. Zakopnae es su localidad de referencia y el rebeco el emblema de un
parque nacional en el que viven también osos, lobos, linces boreales,
urogallos, ciervos, corzos, y un largo etcétera de animales asociados,
fundamentalmente, al bosque, que es lo que predomina en el parque nacional Tatra.
Los Montes Tatra pertenecen en realidad a Polonia y
Eslovaquia, que no se lo reparten a partes iguales, lo hacen a razón de un 20%
y un 80% respectivamente. Unos 1.000 kilómetros forman el parque nacional Tatransky (los Tatras eslovacos) y poco más de 200
kilómetros cuadrados se encuentran en el parque nacional Tatrzanski, en Polonia.
Y a los montes Tatras llegué en busca de osos pardos. Por su
densidad (unos 20 ejemplares) no es el mejor lugar de Europa para ir a
buscarlo, pero había que intentarlo. Máxime cuando partimos conocedores de que
el día anterior se había visto uno en la zona del pico Kasprowy. Allí fuimos en su búsqueda.
El Monte Kasprowy es muy famoso por su fácil acceso en
funicular desde Kuznice, en Zakopane, que sube desde los
aproximadamente 1.100 metros de altitud hasta los 1.987 metros de la cima. Una vez arriba, las vistas
panorámicas son absolutamente espectaculares, dominando los Tatras occidentales
y las altas cumbres de los Tatras centrales (rondan los 2.500 metros de
altitud). El día comenzó bien, con un sol espléndido en la cumbre, y un mar de
nubes que poco a poco iba trepando ladera arriba a buen ritmo. Supongo que a
media mañana nuestra privilegiada visión de las cumbres sería ya misión
imposible cubiertas por la niebla. El otoño es probablemente la mejor época en
estas montañas ya que al fantástico colorido de serbales, arces, hayas, alerces
y abedules, se unen las escasas precipitaciones que se suelen registrar en la
estación de los colores. Completan el panorama arbóreo los pequeños pinos muga,
las coníferas que crecen a mayor altitud en etas montañas, y los esbeltos
abetos.
Desde uno de los espolones del pico, al que se llega
caminando en 30 minutos desde la estación superior del teleférico, se abre el
abismo de los Tatras eslovacos. Privilegiado mirador éste de las montañas
vecinas.
Nuestro recorrido en busca del oso visto la jornada anterior
lo realizamos acompañados de un guía
polaco del parque nacional (Jan) y de Olmo, un gallego que realizaba prácticas
en este espacio protegido. Buena compañía.
El punto de inicio lo establecimos en la estación
meteorológica, el edificio situado a mayor altitud en Polonia, y desde allí
emprendimos el descenso durante 6,2 km. por las praderas de alta montaña y los
bosques hasta la base del teleférico. Es un recorrido popular y los visitantes
lo suelen realizar de subida. No está mal teniendo en cuanta que no existe un
metro en llano y salva un desnivel de 1.000 metros. En bajada, es algo así como
una escalera irregular de piedras, sin dificultad técnica, pero en permanente
descenso.
¿Y el oso? Pues por allí estuvimos buscándolo en las zonas
donde se suele mover, por los claros de bosque y los lindes forestales entre el
bosque y las praderas de alta montaña. Nada de nada. La veintena de osos pardos
que habita los Tatras polacos se mueve con enorme facilidad y bastante
frecuencia entre ambos países. Me comentaba Olmo que un oso marcado con
radiotrasmisor se había desplazado en un par de meses desde Polonia a Eslovaquia
y de aquí a los Cárpatos rumanos pasando por las montañas húngaras antes de
regresar a Polonia… un buen viaje para el plantígrado.
Disfrutamos en cambio con las panorámicas cimeras, con el
hábitat donde se movían los rebecos y marmotas, de la calma del bosque en el
que se esconden sigilosamente, fuera de la vista humana, una manada de lobos,
un centenar de ciervos, urogallos y linces boreales. No obstante la jornada fue
sumamente agradable, entre colores otoñales y el frescor de los arroyos en el fondo
del valle Bystra.
Bajando por el empinado sendero que recorre el cordal que
separa los valles de Goryczkova al
oeste y Kasprowa al este, hasta la
proa del cordal (Myslenickle Crags; 1.360
m.), donde se ubica la estación intermedia del teleférico. A partir de aquí el
sendero pasa a ser pista por el valle Bystra y el desnivel se suaviza
notablemente.
Al día siguiente, cuando me disponía a recorrer otros de los
valles de los Tatras occidentales, Jan y Olmo, los guías del parque nacional me
mandaron un mensaje: ¡hemos visto al oso!, esta mañana, desde el teleférico. Tal
vez tenga más suerte en mi próxima visita a este bello parque nacional polaco… "Nature is nature".
El oso, en el centro, fotografiado desde el funicular. Foto: Katie Philips. |
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