A Monfragüe no se va de paso. Sólo los amantes de la buena naturaleza se adentran a través de la carretera entre Plasencia y Trujillo (EX - 208), para llegar hasta el parque nacional de Monfragüe (Cáceres), pero quienes lo hacen pasan irremediablemente por el famoso Salto del Gitano.
El Salto del Gitano es un cortado rocoso en forma de portilla en el río Tajo a su paso por el parque nacional extremeño. Es, en efecto, un farallón de cuarcitas que se ha convertido en una de las imágenes más representativas de Monfragüe, pero es, y aquí es donde quiero detenerme, probablemente el mejor enclave ornitológico español dentro del que es uno de los mejores lugares para la observación de aves en Europa. De hecho muchos son los europeos que llegan hasta la base del salto atraídos por la garantía de poder observar una lista de especies sin parangón. Casi me atrevería a decir que es el único lugar del mundo en el que en una misma pared anidan buitres leonados (80 parejas), águila real (1 pareja), halcón peregrino (1 pareja), alimoche (1 pareja), búho real (1 pareja) y cigüeña negra (3 parejas). Cada especie bien situada, en su sitio, como si de un bloque de pisos se tratara y cumpliendo sin molestarse como buenos vecinos las normas de esta particular comunidad… ornitológica.
Completan la lista de inquilinos del vecindario el águila perdicera y aves más pequeñas como roqueros, vencejos, etc. El salto del Gitano es, sobre todo, una buitrera sin parangón. Existen otras en el parque como la portilla del Tiétar o Tajadilla.
Apostado en el observatorio existente en el salto del Gitano, junto al aparcamiento habilitado a tal efecto para los vehículos que circulan por esta estrecha carretera, coloco mi telescopio terrestre para apreciar con nitidez y proximidad absoluta el detalle de cada nido, de cada posadero. La cercanía es tal que podría hacerlo casi incluso a simple vista. El movimiento de los buitres leonados (con unas 700 parejas en el parque) es incesante. En cuanto calienta el sol comienza el vuelo circular y casi automático de estas enormes rapaces entre el salto y el cercano cerro del castillo de Monfragüe. Los buitres me pasan a baja altura. A muy baja altura. Se amontonan sobre mi cabeza. En lugar de teleobjetivo podría decir que me hace falta un gran angular para encuadrarlos en el visor de la cámara de fotos…
Así paso un par de horas embelesado ante tanto lujo. Escuchando el silbido de las aves al pasar cerca de mi con su enorme envergadura de casi 3 metros . Me entretengo incluso buscando al águila imperial, que gusta de sobrevolar la orilla del río. Entre los buitres leonados de vez en cuando aparece también algún buitre negro aprovechando la misma corriente térmica. En Monfragüe vive la mayor población mundial de buitre negro (casi 300 parejas). Miro de nuevo el salto; entre las rocas y grietas de la pared rocosa repleta de líquenes afloran, como queriendo recordarme que estoy en una de las mejores representaciones de bosque mediterráneo, encinas, enebros y dedaleras.
Arriba, encima de mi cabeza se encuentra el castillo de Monfragüe, un excelente mirador sobre el parque y sobre el propio roquedo. El castillo se encuentra dentro del movimiento cotidiano de estas enormes rapaces y podemos tener un contacto también muy cercano (y aéreo). Un verdadero placer para los amantes de la naturaleza.
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