jueves, 15 de septiembre de 2011

Una mañana de migración con los Joubert en Kenya


Dereck y Beverly Joubert conocen África como la palma de su mano. Este matrimonio sudafricano lleva 30 años grabando la fauna africana y lo saben todo acerca de leones y leopardos, sus preferidos. Si todavía no sabéis quienes son os comentaré que tienen en su haber cinco emmys por sus prestigiosos y espectaculares documentales. Son exploradores en residencia de National Geographic (como Jane Goodall, los Leaky o Zahi Hawass, por ejemplo). Creo que ya los tenéis más ubicados. Efectivamente son los artífices de muchos de esos documentales sobre la vida salvaje africana. Esos épicos documentales que forman parte de nuestra vida.
El verano pasado se hallaban inmersos en la filmación de la última gran producción de National Geographic, la serie de documentales sobre las Grandes Migraciones animales que se estrenó el pasado mes de noviembre. Ellos se encargaban de filmar la gran manada de ñús, cebras y gacelas –la gran manada, como se conoce coloquialmente- que cada año se desplaza por el Serengeti hacia los pastos frescos de Masai Mara. Así que ese verano estaban en Kenia, a orillas del río Mara, donde la gran migración de herbívoros se concentra entre junio y primeros de noviembre para cruzar el mítico río.


Hace ahora un año pues, compartimos momento migratorio en las orillas de Masai Mara. Su coche junto al mío. Ellos llevaban allí apostados desde primera hora de la mañana, sin moverse, para no perder su entrada de tribuna ante el espectáculo de la migración.
Los vehículos 4x4 que se utilizan habitualmente las compañías y guías de safaris están equipados con radio. Un elemento necesario ante cualquier adversidad en la inmensa sabana. El aparato emisor y receptor tiene otras ventajas más “turísticas”; los vehículos se comunican unos con otros para avisarse e informarse de avistamientos interesantes para sus clientes. En cuanto algún coche localiza un leopardo y comunica su posición por radio, no pasan más de cinco minutos hasta que el leopardo se ve rodeado de coches y “paparazzis”. Es lo bueno y lo mano de las telecomunicaciones en los parques nacionales africanos (keniatas y tanzanos, fundamentalmente). La tranquilidad se pierde pronto, sobre todo para el animal, pero a cambio nuestra probabilidad de vivencias y observaciones extraordinarias en la naturaleza se multiplican.



Algo similar ocurre en época de cruce migratorio del río Mara, en la Reserva Nacional de Masai Mara. Existen determinados puntos a lo largo del cauce que, por su orografía, son propensos para que las grandes manadas de herbívoros se decidan a vadear el río por ellos. Los motivos son varios pero fundamentalmente se deben a que son lugares de poca corriente y sobre todo facilidad de salida por la orilla contraria. Si ya resulta complicado lanzarse a un río infestado de cocodrilos imaginaos hacerlo sin un salida clara. De nuevo el papel de los coches 4x4 es crucial. Convenientemente repartidos a lo largo del cauce unos se avisan a otros por la radio de los diferentes momentos de cruce que los ñús, cebras y gacelas deparan a lo largo del día, especialmente entre julio y septiembre.


Cuando algo suena por la radio, decenas de coche emprenden la carrera al más puro estilo Fernando Alonso para tratar de coger la mejor visión del espectáculo. Eso si se tiene prisa y no se quiere perder la oportunidad, cosa que suele suceder, pues no pasaremos más de 2 ó 3 días en la reserva. Si tenemos todo el tiempo del mundo, como es el caso de los Joubert, nada mejor que apostarse en un excelente lugar y no moverse, tarde o temprano cruzarán frente a ellos y entonces podrán grabar esas imágenes de ensueño que les han hecho mundialmente famosos. De nuevo el espectáculo de los ñús cruzando el río, de nuevo los cocodrilos al acecho, de nuevo uno de los momentos más excitantes que los grandes documentales de vida salvaje deparan.  Y allí junto a ellos, posicionamos nuestro coche. Al principio no me di cuenta, pero pronto caí en la importancia de mis vecinos. Doble lujo pues a orillas del río Mara, el río de vida salvaje por excelencia.

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