jueves, 28 de noviembre de 2013

Geysir y sus chorros de agua hirviendo


La actividad geotermal en el planeta es variada, atractiva y siempre espectacular. Islandia encierra en su superficie un vasto catálogo de procesos y manifestaciones de estos fenómenos subterráneos repartidos a lo largo y ancho del territorio, pero existen en este país algunas zonas donde ésta actividad especialmente concentrada como el área de Landmannalaugar, Askja, el Lago Myvatn, etc.


Esta actividad geotermal e hidrotermal se traduce por ejemplo en piscinas naturales de agua caliente (a veces demasiado caliente…), emanaciones sulfurosas o incluso géiseres. Emblema de las primeras es por ejemplo la Laguna Azul (Blue Lagoon), pero agua caliente en superficie se encuentra por doquier en Islandia. Existen alrededor de 600 manantiales termales en el país. 




El enclave que más me sorprendió por lo que a emanaciones sulfurosas se refiere es Námafjall, cerca del Lago Myvatn. También cuenta esta área con puntos en superficie próximos al punto de ebullición, donde es posible ver cómo el barro burbujea a temperaturas altísimas, pero quizá uno de los platos fuertes visuales relacionado con las altas temperaturas del interior de la isla es el chorro de agua y vapor de agua que emana en el valle Haukadalur. Este lugar se llama Geysir y cómo habréis adivinado inmediatamente, dio el nombre a este fenómeno en el resto del planeta. Hay muchísimos chorros de agua o géiseres en zonas volcánicas terrestres, casi todos más bajos y algunos también más altos, pero aquí se encontraba el más antiguo y alto de los conocidos en el país y segundo en el podio planetario tras los 120 metros de altura de Streamboat (USA). Stóri Geysir se llamaba, y alcanzaba hasta 70-80 m. de altura. El que podéis ver hoy en la zona (y en estas fotos), se llama Strokur y a intervalos de 5-10 minutos propulsa un chorro de agua y vapor vertical hasta aproximadamente la mitad de altura que su viejo pariente, pero aún así, es el cuarto géiser más alto de cuantos se tiene constancia han existido. Situarse delante de él, aguardar hasta la subida a superficie de las primeras burbujas y escuchar el estruendoso silbido que produce al salir la columna de agua disparada hacia arriba a ritmo frenético es algo difícil de olvidar. Es la tercera pata del taburete que forma el Círculo de Oro islandés. 

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