Con sus 240
centímetros de envergadura alar, y sus inconfundibles pico amarillo intenso y
nuca de color marfil, el albatros de Galápagos es uno de los endemismos más
emblemáticos en las islas de los endemismos por excelencia.
El albatros de Galápagos u ondeado (Phoebastria irrorata) es una ave marina
que sólo toca tierra para anidar y lo hace durante el verano en la isla de La
Española, en las islas Galápagos
orientales. Hasta allí me fui hace unos años para observarlo por primera vez.
Entre diciembre y marzo los albatros de Galápagos vuelan sin cesar llegando
hasta las costas continentales peruanas. La mayor de las aves de estas islas
ecuatorianas ha elegido para criar la que probablemente sea una de las islas
más bellas: Española. Cuenta con
una población de algo más de 20.000 individuos. El terreno irregular de la isla
presenta los acantilados con la altura necesaria para que los enormes albatros
realicen su carrera antes de lanzarse e iniciar su vuelo. Cuando se posa en mar
abierto para comer despega “a la carrera” moviendo las alas incesantemente hasta
alcanzar la velocidad que le permita alzar sus 4 kilogramos de peso.
En la isla Española,
el enclave para observarlos es Punta Suárez. Abril es el mes del cortejo, de la batalla de espadas con sus picos
cual elegantes maestros de esgrima. Cuando los niveles de alimento disponible
en el mar son óptimos gracias a las corrientes cálidas procedentes de
Centroamérica, entre junio y noviembre, tiene lugar la cría. Los primeros
pollos ven la luz en julio y comienzan sus prácticas de vuelo en septiembre y
octubre. En diciembre, los Airbus A380 de las aves marinas, despegan hacia las
aguas oceánicas.
Sin salirse del
sendero que recorre la colonia de cría de aves, como siempre que se visita
cualquier enclave de las Galápagos, y sin exceder las dos horas que suponen el tiempo máximo de estancia
en tierra (algo por lo que velan escrupulosamente los guías naturalistas del parque nacional) el contacto con
las aves es directo y muy cercano. Embelesador.
Punta Suárez y Bahía Gardner, tan diferentes y espectaculares son los dos enclaves de desembarco y
visita en Española. Los visitantes que, como yo, a bordo de un crucero,
llegan a Española a disfrutar de una jornada de campo inolvidable nunca
salen defraudados. A buen seguro que así es, entre albatros, piqueros,
gaviotas, etc. en los acantilados de Punta Suárez y lobos marinos, tortugas
marinas y pinzones de Darwin en las blancas arenas de una de las bahías más
hermosas del mundo.
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