Jamás hubiera pensado que algún día recomendaría un lugar que se
promociona fundamentalmente como bachata y vitamina R (ron). Me refiero a las
excursiones que los tour operadores venden para ir a Isla Saona, en la República
Dominicana. Esta excursión es una de las más demandadas en el país y se
promociona también en los folletos turísticos como excursión a una “isla
desierta”. Y en efecto casi lo es hasta que desembarcan los cientos de turistas
que abordo de catamaranes y monocascos llegan desde Bayahibe tras una hora
aproximadamente de navegación. Además isla Saona cuenta con dos poblados
permanentes Mano Juan y Catuano. A las playas de este último, en el extremo
noroccidental de la isla, es donde llegan la mayoría de excursiones.
En lo de paradisiaco no se equivocan los folletos. Algunas de sus
playas son absolutamente espectaculares y, no en vano, la isla pertenece al parque nacional del Este. He aquí el
verdadero motivo de mi recomendación. Bueno éste y que las excursiones a ritmo
de bachata suponen el mejor “transporte regular” a la isla. El regreso en unas
lanchas rápidas o en la misma embarcación realiza el camino de regreso pegados
a la costa de peninsular del parque, entre manglares y cocoteros, así que
supone también una gran ocasión de conocer esa vertiente del espacio natural
protegido.
Si vais a isla Saona no olvidéis que antes que esa misma arena la pisó
Cristóbal Colón en su segundo viaje el 14 de septiembre de 1494, quien la
bautizó como Bella Savonesa. Pero sobre
todo tened en cuenta el paraíso natural en el que os encontráis, una isla de 110 kilómetros
cuadrados con un espectacular arrecife coralino, lagunas interiores y la
mayoría de la biodiversidad específica censada en el parque nacional. Variedad
también ecosistémica con bosques de manglar en los que nada el manatí (4
especies de mangle) y 4 especies de tortugas marinas, además de otros reptiles
terrestres. Mucha naturaleza detrás de la “vitamina R”, con R de Reserva
natural.
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