En el mundo animal (y vegetal) son múltiples los ejemplos de especies
que se necesitan y colaboran en mayor o menor medida en pos de la
supervivencia. De la simbiosis al parasitismo hay todo un abanico de casos. Sobre
algunas de estas asociaciones ya he dado buena cuenta en el blog (recuerdo
ahora por ejemplo la de los ñús y las cebras en época migratoria y cómo sus
lazos se estrechan sobre todo a la hora de vadear ríos infectados de
cocodrilos).
Hoy quiero mostraros otra extraña pareja, la de un mono y un ciervo
indios. Me refiero al langur común o gris (Presbytis entellus) y al ciervo
moteado o chital (Axis axis). El suyo
es un caso de mutualismo asimétrico, es decir dos especies que se ayudan
mutuamente pero una sale algo más beneficiada que la otra.
Los monos langures son abundantes en los bosques indios (se estima una
población de 300.000 individuos en India), al igual que el chital, el más común
y abundante de los cérvidos del subcontinente. Estos monos de cara negra, estilizada
figura y larga cola con brillante pelaje de color gris son herbívoros y forman
manadas integradas por 11-60 individuos comandadas por un líder. Los chitales forman parte de la base de la
pirámide alimenticia de los grandes predadores indios (tigre, leopardo y chacal
fundamentalmente y en menor medida perro salvaje, lobo, hiena, etc.). Se
alimentan de hierba y arbustos y se desplazan generalmente en grupos de 20-30
individuos (a veces hasta 100) liderados por una hembra adulta.
Diferentes estudios demuestran que la relación entre ambas especies es
bastante próxima y de hecho si realizáis safaris en los parques nacionales
donde viven, podréis comprobar como casi siempre se observan juntos (distancia
inferior a 25 metros ).
Un estudio realizado en el parque nacional de Kanha demuestra que es así en el
70,1% de las observaciones y que las asociaciones eran más habituales y más
duraderas en época de calor y frío que durante el monzón. Además se comprobó
que era el chital el que generalmente buscaba iniciar la relación (también es
el más beneficiado). También solía ser el que la cesaba primero.
Pero ¿en qué consiste esta relación de mutuo beneficio? Pues en
conservar el bien más preciado en la selva: la vida, es decir, ambas especies
se procuran vigilancia y avisan ante la presencia de un depredador y en el caso
de los chitales, éstos se benefician además de alimento al que no llegan.
Los monos langures suben hasta la parte alta de los árboles para
alimentarse. Desde su privilegiada y elevada posición vigilan ante movimientos
de depredadores entre la espesa vegetación con una ángulo de visión que desde
el suelo queda muy reducido por las ramas y el denso follaje. Ante la más
mínima presencia alertan con un grito a los chitales que, debajo, comen
tranquilamente a la par que se alimentan de las hojas y pequeñas ramas que los
monos dejan caer desde la copa del árbol mientras comen. Son hojas y brotes
frescos muy preciados e inalcanzables para los ciervos. El chital, a ras de
suelo, hace gala de su gran olfato y visión advirtiendo de la presencia de
pitones (uno de los principales enemigos de los langures) y otros depredadores
a los monos.
Como siempre, la unión
hace la fuerza.
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