domingo, 15 de septiembre de 2013

Monumentos naturales en la costa asturiana

Playa interior del Complejo Cobijeru.


A lo largo de mi recorrido del año pasado por la Costa de Asturias tuve ocasión de visitarlos. Algunos los conocía hace tiempo, otros tuve el gusto de conocerlos a lo largo de ese fantástico recorrido a lo largo de los 345 kilómetros de litoral asturiano. Lo fui contando con detalle en mi blog de Grandes Rutas. Este año regresé al Paraíso Natural y repetí visita. Y es que el 30% de los monumentos naturales de Asturias son costeros. Para ser exactos 12 de los 41 espacios naturales protegidos bajo esta categoría en la red de espacios protegidos del Principado.

Son variados, como su paisaje, y ricos, como la biodiversidad astur. Hay playas (con y sin mar), hay formaciones geológicas como los bufones, hay estuarios, hay islas e islotes, hay dunas, hay desfiladeros, hay turberas… hasta hay huellas de dinosaurio, y muchas.

Te cuento sobre ellos en mi blog de Ecoturismo. Son los siguientes:

Playa de Peñarronda.


Playa de Gulpiyuri.



Playa de Frexulfe.



Playa del Espartal.



Playa de Vega.



Arco natural en el complejo Cobijeru.



Isla de Deva.



Charca de Zeluán.



Turbera de las Dueñas



Bufones de Arenillas.



Bufón de Santiuste.



Icnitas en la Playa de la Griega.

Yacimientos de Icnitas

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Los Big Five de Samburu

Elefantes en Samburu.

Al norte del monte Kenya (5.199 m. altitud) se extienden las llanuras y tierras de los Samburu, parientes de los maasai. También hay altiplanos, montañas y sobre todo transición al desierto volcánico de Turkana. En el centro y norte del país se esconden vastos territorios que ofrecen safaris diferentes a los siempre sugerentes parques y reservas del sur de Kenia. Uno de los lugares más visitados es la Reserva Nacional de Samburu y sus reservas vecinas de Buffalo Springs y Shaba.
Cebras de Grevy


Samburu es un paisaje semidesértico a orillas del río Ewaso Ngiro. Su carácter de zona de transición hacia zonas desérticas, lejos de ser un problema para los safaris, es garantía de observación de una fauna sorprendente, en número de especies y en cantidad de animales. En Samburu se observan leones, guepardos, leopardos, elefantes, búfalos, impalas, antílopes de agua, cocodrilos, hipopótamos, rinocerontes, cebras de Burchell, etc. y también, gracias a su ecosistema, especies que son propias de zonas más áridas. Y no me refiero a pequeños invertebrados o algún antílope raro, sino a animales de peso y buen tamaño… Samburu se ha convertido por méritos propios en uno de los parques más gratificantes para las cámaras fotográficas.
Órix beisa.
 
Gerenuk o antílope jirafa.



Para todos aquellos que vienen a África en busca de los Big Five, los Cinco Grandes animales: león, leopardo, rinoceronte, búfalo y elefante que en su momento fueron los cinco trofeos más cotizados en los safaris de caza y que en los años de desarrollo del ecoturismo lo siguen siendo para los safaris fotográficos. Los Big Five están presentes y se observan en Samburu pero, gracias a la presencia de especies raras en latitudes más meridionales, esta reserva africana cuenta con sus propios Big Five: gerenuk (antílope jirafa), jirafa reticulada, órix beisa, cebra de Grevy y avestruz somalí.

Jirafas reticuladas.


Puedes encontrar más información sobre Samburu, Buffalo Springs y Shaba en mi Guía de Safaris Fotográficos en África: Kenia.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Ruta de los Volcanes en Timanfaya

Vista de Timanfaya desde el islote de Hilario.

Realizar la ruta de los volcanes, en el parque nacional de Timanfaya (Lanzarote), es lo más parecido a darse un paseo por la Luna. Pocos paisajes semejan tanto a la superficie del satélite terrestre. El recorrido se extiende a lo largo de 12 kilómetros por una estrecha carretera que se retuerce una y mil veces adaptándose a la difícil orografía volcánica del paisaje. Estamos en el mismísimo corazón de las Montañas de Fuego (Timanfaya), donde tuvo lugar la oleada de erupciones acaecidas entre 1730 y 1736, una serie de erupciones volcánicas especialmente violentas que dieron lugar al singular paisaje de esta parte de la isla canaria.

El Pajerito.

Para realizar esta ruta guiada se emplean aproximadamente 45 minutos y sólo puede realizarse en bus. La fragilidad del ecosistema y la masiva afluencia de visitantes son las principales causas de que ésta sea la única forma de visita. La pena es que los buses son cerrados y un constante quebradero de cabeza para la fotografía (cristal y reflejos por medio).
Hornito en el Manto de la Virgen.


La ruta de los Volcanes comienza en el islote de Hilario, que recibe el nombre de un habitante de la isla que vivió en ese lugar durante 50 años en compañía de su dromedario. El islote de Hilario es el lugar donde se encuentra el restaurante, la tienda, el aparcamiento y donde tienen lugar un par de demostraciones de las anomalías geotérmicas que existen bajo nuestros pies. A 8-10 metros de profundidad las temperaturas son de 380ºC y a 11-13 metros alcanzan los 610 ºC. Con estas temperaturas no es de extrañar que al introducir un cubo de agua en un sondeo en un par de segundos salga una columna de vapor de agua a modo de geiser artificial o que, a un par de metros escasos de profundidad introduzcan un matojo de aulaga y ésta se ponga a arder por combustión espontánea en apenas unos segundos. Hay lugares en los que a ras de suelo se alcanzan los 110ºC. Temperaturas aparte, el islote de Hilario se presenta como una porción de lavas antiguas rodeada de lavas más recientes.

A 8-10 metros de profundidad se alcanzan 380ºC.
 
Caldera del Corazoncillo desde las Montañas de Fuego.


A lo largo del paseo por la Luna se pueden apreciar, casi a modo de porfolio, los diferentes elementos y formaciones geológicas de Timanfaya, además de las mejores panorámicas del parque nacional. Desde hornitos, conos, cráteres, calderas, jameos, tubos volcánicos o coladas hasta los dos tipos de lava (pahoe-hoe y aa). Por su espectacularidad destacan lugares (por orden de paso) como el Manto de la Virgen, Montaña Rajada, las Calderas Quemadas, el valle de la Tranquilidad (donde se puede ver la colonización vegetal desde líquenes hasta juncos), la montaña de Timanfaya (y la vista sobre la caldera del Corazoncillo) y el cráter del Pajerito. Impresionantes. Ni Neil Amstrong vio tanto en menos de una hora.
Valle de la Tranquilidad.

miércoles, 28 de agosto de 2013

Trío de jirafas en Kenia

Jirafa masai en Masai Mara


En el extremo noroeste del Lago Amboseli se encuentra Meshanani Gate, la puerta principal de acceso al parque nacional Amboseli viniendo desde Nairobi. El lago es en realidad una vasta planicie polvorienta, pues la mayor parte del año permanece seco. En estas circunstancias los vehículos de safari acortan camino cruzando el lago seco por su parte oriental para ganar la falda del Kilimanjaro. Al poco de entrar en este lecho árido, se distinguen al fondo recortadas en el horizonte las siluetas de tres jirafas. A medida que nos aproximamos con el 4x4, el acto reflejo que suelen adoptar ante la presencia del vehículo es quedarse quietas, inmóviles, con el cuello bien estirado como queriendo mostrar los casi 6 metros de altura que llegan a alcanzar (récord del mundo animal) para, acto seguido, emprender una carrera con su cómica zancada. Una de las imágenes que más sorprende en las primeras observaciones de jirafa (Giraffa camelopardalis) es su carrera. Es lo más parecido a una película en cámara lenta, pero con esa tremenda zancada avanza metros casi de forma inapreciable. En cualquier caso suele resultar bastante cómico la forma de correr de estos camélidos. El cuello de las jirafas, por cierto, es igual que el de los humanos y otros mamíferos, con siete vértebras cervicales, si bien éstas son muy alargadas, lo que le confiere esa longitud única.

Llamativa resulta también la postura que adoptan para beber, abriendo las patas delanteras en un difícil equilibrio para poder llegar al suelo y beber con su áspera y larguísima lengua. Es un momento muy delicado para ellas pues en esa posición están a merced de cualquier depredador y una caída ante cualquier movimiento brusco sería mortal. Pocos animales hacen de algo tan necesario como beber agua un momento tan peligroso y delicado.

Jirafa reticulada caminando por la sabana de Samburu.

La jirafa es uno de los representantes de la fauna africana que más expectación levantan entre los que acuden a África para realizar safaris fotográficos, especialmente en los primeros avistamientos. Poco a poco se repara en que las jirafas que observamos son en realidad distintas. Todas pertenecen a la misma especie, pero según la zona geográfica, podemos encontrar diferentes subespecies. En este sentido Kenia es un paraíso para observar jirafas, no sólo por el número de ejemplares y la facilidad con la que se observan, sino porque es el país africano donde conviven mayor número de subespecies de jirafa. En Kenia es posible encontrar 3 de las 9 jirafas diferentes que existen en el continente: la jirafa masai (Giraffa camelopardalis subsp. tippelskirchi), la jirafa Rothschild (Giraffa camelopardalis subsp. rothschildi) y la jirafa reticulada (Giraffa camelopardalis subsp. reticulata).

La más común, presente en el sur de Kenia y en Tanzania, es la jirafa masai. Se observa en Masai Mara, Aboseli, Tsavo, etc. La jirafa reticulada se encuentra en los parques del norte, en latitudes septentrionales a partir de los montes Aberdare y el monte Kenya, y llega también al oeste de Somalia y la parte meridional de Sudán del sur.

Jirafas Rothschild en el lago Nakuru.

Más rara y escasa es la jirafa Rothschild que sólo podremos observar en libertad en el lago Nakuru y en los parques del norte de Uganda y sur de Etiopía.
La jirafa masai presenta un jaspeado característico pero a priori las más difíciles de diferenciar en su patrón de dibujo podrían ser la jirafa reticulada y la Rothschild. El lugar en el que la observamos y el color blanco de las patas, que no sube por encima de la rodilla en las reticuladas, son pistas definitivas. La Rothschild tiene un dibujo que se parece más a la masai, no con los canales reticulados tan definidos y de contornos tan poligonales como la reticulada, pero de color más claro.

Un safari por los parques de Aberdare (o Samburu), Lago Nakuru y la reserva Masai Mara, por ejemplo, te permitirá observar los tres tipos diferentes de jirafa. Un trío excepcional que sólo podrás observar en Kenia.


Éstas y otras curiosidades te las cuento en mi colección Guía de Safaris Fotográficos en África, cuyo primer destino es Kenia. A continuación te muestro la portada del libro, que estará disponible en Apple (iBooks), Googleplay y Amazon en unos días.

lunes, 26 de agosto de 2013

Entre bandurrias y zorros patagónicos



En la Estancia Cristina, a orillas del Lago Argentino por el que se llega navegando entre icebergs, y muy cerca del gigantesco glaciar Upsala, la comunión con la naturaleza es constante. Aquí no hay nada, sólo los paisajes duros, agrestes, rabiosamente bellos de la Patagonia. Y sin embargo, en medio de esa nada bulle siempre la vida de la forma más inesperada.


Al poco de llegar, mientras degustábamos un cordero patagónico a la brasa, de sabor fuerte pero exquisito, unas voces avisaban de la presencia de un zorro en el exterior de uno de los galpones de la estancia. Salí rápidamente a tiempo para ver cómo el cánido se metía debajo de otro de los galpones. Al poco, asomó de nuevo y, ni corto ni perezoso, se paseo ante mis ojos y se unió a otro ejemplar que le esperaba a unos doscientos metros de la estancia. Juntos se perdieron por la pradera.


La escena sólo fue interrumpida por el estruendoso reclamo de un bando de bandurrias que parecía compartir la escena conmigo. Dos parejas de estos ibis sudamericanos sobrevolaban a la pareja de zorros y se posaban rápidamente para, en cuanto éstos se acercaban un poco, volar de nuevo y aterrizar unos metros más adelante. Pocas aves son tan ruidosas como las bandurrias.



Fueron 10-15 minutos, pero me recordó que en las aparentemente inhóspitas praderas patagónicas la vida siempre está presente, en este caso protagonizado por una pareja de zorro gris o chilla (Lycalopex griseus) y un pequeño grupo de bandurrias (Theristicus caudatus). Un buen momento de los muchos que la Patagonia me ha brindado.