martes, 25 de junio de 2013

Laguna de Fjallsárlón, icebergs sólo para ti


Uno de los momentos más gratificantes en mi viaje a Islandia, y fueron muchos momentos excitantes, fue sin duda el primer contacto con el hielo. Fue en la laguna de Fjallsárlón, a la que se accede por un desvío señalizado en la ruta 1, la que recorre el Anillo islandés o Ring Road. Acabábamos de dejar atrás cascadas imponentes, aguas a punto de ebullición, campos de lava… teníamos ahora una cita con el hielo. La mente estaba puesta en la laguna Jökulsárlón, tantas veces vista en fotografías. Como suele ocurrir las instantáneas no desmerecieron pero se quedaron muy cortas como pude comprobar más tarde.

 


Antes de llegar a Jökulsárlón, el horizonte helado de Vatnatjökull, el mayor campo de hielo europeo, hizo que casi por impulso e intuición más que por alguna referencia cierta, tomara el desvío indicado como Fjallsárlón. Sin saber realmente donde iba, en cinco minutos me planté ante la laguna repleta de icebergs. Mitad por lo inesperado del encuentro, mitad por lo imponente del paisaje, las aguas heladas me cautivaron de inmediato. Apenas había 4-5 personas más. Un paisaje de ensueño ante nosotros solos. En la laguna un par de personas sorteaban los témpanos flotantes de hielo con sus kayaks.

 


Fjallsárlón es el nombre de una inmensa lengua glaciar que baja directamente de los 2.110 metros del Hvannadalshúkur, el punto más elevado de Islandia. El muro de hielo termina en la laguna ante la que me hallaba. El hielo se desgajaba del frente del glaciar y pasaba a formar parte de la laguna. A un ritmo inapreciable para los ojos todo se movía.

 


Disfrutando de la soledad del gélido paisaje permanecí un buen rato, ensimismado. Todo tiempo en aquel lugar parecía escaso, pero me aguardaba la famosa laguna Jökulsárlón y no quería perdérmelo. Situada a apenas 15 minutos, Jökulsárlón es mucho más turística. Fantástica pero más turística. Si queréis sentiros solos frente a la naturaleza más abrumadora, no dudéis en tomar el desvío que pone Fjallsárlón.

martes, 11 de junio de 2013

Lagos de Plitvice, un paseo por el circuito superior


El entorno de los lagos superiores es un frondoso bosque de hayas y abetos.

En mi última visita a Plitvice no lució el sol. Tampoco se le echó en falta, pues la humedad y el agua brillaban en el paisaje soberbio del parque nacional de los Lagos de Plitvice, el más visitado de la red de parques croatas. Más de un millón de visitantes recibe cada año este rincón de la región de Luka. El motivo es la belleza de este espacio natural formado por bosques, lagos y cascadas.

 
Abundantes pozas y piscinas naturales forman parte de los lagos.
 
Cascada en la orilla occidental del lago Gradinsko
 


Tras la ruta por el circuito de los lagos inferiores, es justo hacer lo propio con la otra mitad del parque, donde se asientan el racimo de lagos que conforman el conocido como circuito de los Lagos Superiores de Plitvice. A diferencia de la parte inferior, donde el protagonismo paisajístico esta dominado por el cañón de Plitvice y la Gran Cascada, las balsas lacustres de la parte superior están rodeadas de bosque maduro. Imponentes ejemplares de hayas y abetos, entre otras especies arbóreas, tapizan las orillas de los lagos. Orillas que no son de contorno circular sino que pequeñas penínsulas a modo de entrada y salida, depósitos calcáreos, troncos caídos, etc. forman pozas y piscinas naturales que hacen que en ocasiones sea complicado diferenciar bien un lago y otro pero que, a cambio, ofrecen rincones a cada paso de una belleza superlativa.

Embarcadero junto al P1, al final de la ruta.
 

Arce de altura a comienzos del otoño en Plitvice.

El circuito de los lagos superiores es más tranquilo que el de los inferiores (salvo en verano cuando ambos reciben la mayoría de visitantes). Menos gente y más espacios para disfrutar del contacto directo con la naturaleza. La ruta lleva unas 2-3 horas de recorrido y cuenta con sorpresas casi en cada recodo. Las más notables son las barreras travertinas de Labudovac, la del muro de Galovac o la cascada de Gradinsko, la segunda más alta del parque, pero las más agradables son las que se descubren a cada paso: la tranquilidad de una poza vigilada por un confiado mirlo acuático, el contraste cromático de las hojas de hayas y arces en otoño con los tonos verdes y azules de las aguas, el movimiento fugaz de una nutria, etc. Diferentes manantiales y regatos nutren de líquido elemento a los valles que forman la parte alta del parque, que se muestra pletórico en los diferentes saltos de agua en su discurrir hacia el cañón de Plitvice.

 
Barrera de cascadas Mallpstavac, junto al lago Galovac.


El punto de inicio de la ruta superior se establece en la estación 4 (ST 4), la única operativa de las dos que existen en los lagos superiores. La capacidad de carga del parque hizo que se eliminara la ST3 por sobresaturación y todavía no se ha reutilizado. Sólo es posible pues parar con el bus-tren eléctrico en la estación superior, la ST4. Se accede en unos 10 minutos desde la zona de uso público donde se encuentran los hoteles y la entrada 2 al parque nacional.

 
El recorrido por los Lagos de Plitvice ofrece mil y un rincones para la fotografía.


Una vez en la ST4, el recorrido es un cómodo y suave descenso con más tramos de escalera que en los lagos inferiores de unos 3 kilómetros. El primer lago que se ve es la enorme mancha de agua del lago Porscansko y enseguida, la senda se continúa por el interior del bosque hasta la orilla del lago Ciginovak. Aguas abajo nos encontramos sucesivamente con los lagos Okrugljak, Veliko y los pequeños Malo, Vir y Batinovac, con aguas de fuerte color azul.

Pareja de ánades reales en el lago Porskancsko.
 
Puentes y pasarelas bien acondicionados permiten recorrer este mundo de agua.
 

A lo largo de la segunda parte del recorrido por los lagos superiores sólo se visitan 3 lagos más: Galovac, Gradinsko y Burgeti, aunque como comentaba, el contorno irregular hace que las pozas y piscinas naturales parezca que sean muchos más. Destaca la barrera travertina de la orilla occidental y las cascadas del Gradinsko, pero ten en cuenta que para observarlas es preciso  caminar por la orilla izquierda (sentido bajada) de ambos lagos; si no quedarán fuera de la vista. El tramo que envuelve estos tres últimos lagos es probablemente el más bello y sugerente del parque.

 
Recorriendo el hayedo.


Como en el caso de los lagos inferiores el recorrido termina a orillas del gran lago Kozjak (considerado dentro de los superiores), exactamente en el P2, a sólo un pequeño “salto” en barco eléctrico de la base de los hoteles (como explico en el post de los lagos inferiores).

 
A pesar de contar con más tramos de escaleras, la ruta es sencilla.


Si se os ha quedado corto, un recorrido circular (señalizado como K) permite recorrer los 16 lagos del parque nacional en una espectacular ruta de 6-8 horas. Una de las rutas más gratificantes para ojos y cámaras fotográficas de cuantas se pueden realizar por la naturaleza del Viejo Continente.

 

miércoles, 5 de junio de 2013

Lagos inferiores de Plitvice


Pasarelas entre los lagos Kaluderovac, abajo, y Gavanovac, arriba.
Cada vez que camino sobre las pasarelas de madera del parque nacional de los Lagos de Plitvice vienen a mi mente los paisajes del valle de Jiuzhaigou, en las montañas de China. Sin los perfiles montañosos de aquella región del Himalaya, los lagos multicolores y cascadas travertinos del parque nacional croata son igual de magníficos. Plitvice es el rincón secreto de Croacia, aquel lugar que justifica por si solo cualquier viaje.



Cascada del río Plitvice, de 78 m. de altura.
Orquídea en el parque nacional de Plitvice.
 

Plitvice se encuentra a un par de horas por carretera desde Zagreb, la capital, cuatro horas desde Split, la segunda ciudad del país, y a ocho horas de Dubrovnik, la perla turística del Adriático. A sus espaldas, cerca, quedan las montañas de Bosnia Herzegovina. Se trata de un parque nacional (1949) eminentemente forestal; un gran bosque formado por hayedo-abetal en el que viven alrededor de 300 osos pardos, lobos, linces, corzos, ciervos, águilas, urogallos… Sin embargo el mayor atractivo turístico de Plitvice son sus lagos. Éstos representan apenas un 5-6 % de la extensión del parque, que llega a 30.000 hectáreas, pero concentran prácticamente al 100% de los visitantes.



 
Lago Milanovac y al fondo lago Kozjak desde el primer mirador.
Por la orilla del lago Gavanovac.
 

Se trata de un conjunto de 16 lagos enlazados como cuentas de un rosario por bellas cascadas. Cientos de cascadas. En esto si que supera Plitvice al paraíso lacustre chino de Jiuzhaigou. Existe un sendero que da la vuelta a los 16 lagos en una sencilla (no hay grandes desniveles) pero larga jornada senderista pero la mayoría de visitantes suele escoger entre el circuito de los Lagos Superiores o el circuito de los Lagos Inferiores. Los primeros son más boscosos y cuentan con algunas escaleras más en su tramo de pasarelas. Los segundos están encajonados en el cañón calcáreo de Plitvice y cuentan con el indudable atractivo de la cascada del río Plitvice, que con 78 metros de altura es la mayor del parque y del país. Yo me quedo con ambos y hoy quiero mostraros los lagos inferiores de este paraíso natural declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1979.

 
Cañón calizo de Plitvice desde el segundo mirador.

Inmediaciones de la Gran Cascada de Plitvice.

 
El punto de inicio para recorrerlo es la estación 1 (ST1) de las 3 paradas que tiene la red de buses eléctricos (o trenecitos, como aquí prefieren llamarlos) para desplazar a los visitantes por el interior del parque. El ST1 está cerca del extremo norte del parque nacional y se llega en apenas 5 minutos desde el centro neurálgico de uso público donde se encuentran los 3 hoteles (Jezero, Plitvice y Bellevue) y el restaurante Poljana.

 


En la citada estación comienza la caminata de alrededor de 4 kilómetros (2-3 h.) por los lagos inferiores. Los primeros 20 minutos transcurren por el interior del bosque de hayas que tapiza la ladera derecha del cañón de Plitvice. Un par de miradores ofrecen excelentes panorámicas de esta garganta calcárea. Se pasa también junto a la entrada de la cueva Supljara. La zona norte del parque es la cota más baja y en consecuencia dominan las hayas frente a las partes más altas donde la presencia del abeto se hace más patente sin llegar a ser abetal puro. La zona de ecotono el hayedo-abetal, junto con pinos y diversas frondosas, es el gran dominador de Plitvice.

 
Camino del lago Milanovac.

Una vez a nivel del agua (unos 100 metros de desnivel) las pasarelas y puentes de madera permiten pasar entre el lago Novakovica Brod y el lago Kaluderovac para acceder, en la otra orilla, a la base de la cascada del río Plitvice. Diferentes chorros de agua se precipitan desde 78 metros de altura en el que posiblemente sea el rincón más fotografiado del parque. Es un buen punto para apreciar los depósitos de carbonato cálcico que se van depositando sobre la roca y engrosando las paredes del sustrato de forma continuada a lo largo de los años. La roca caliza ofrece aquí uno de sus mejores ejemplos de erosión y modelado.

 
Una flotilla de barcos eléctricos cruza el lago Kozjak.

De regreso a la intersección de ambos lagos, donde crece una interesante comunidad de plantas acuáticas y se localiza un bello conjunto de cascadas, comenzamos a recorrer la pasarela que en sentido sur, atraviesa el lago Kaluderovac, Gavanovac y Milanovac para llegar a la orilla del mayor de los lagos del parque: el lago Kozjak. Aunque existe un sendero que bordea este gran lago en su totalidad, la manera más usual de recorrerlo es a bordo de un barco eléctrico que une cada 15 minutos ambos extremos (P3 y P2). Tras un cuarto de hora de navegación se llega al embarcadero P2, donde se puede enlazar con el circuito de los Lagos Superiores o bien regresar en otro barco en apenas 2 minutos al P1, en la base de los hoteles y el restaurante.

 

El sendero de los Lagos Inferiores es un circuito muy plástico, sencillo y apto para cualquier persona. Por el camino un buen puñado de cascadas y 4 lagos de diferentes tonalidades, aguas increíblemente transparentes e infinidad de rincones donde detenerse a dar rienda suelta a la fotografía.