jueves, 31 de enero de 2013

Los leones blancos de Timbavati


 

 

Los leones de Timbavati, en la parte central del parque nacional Kruger (Sudáfrica), son únicos en el mundo ¿Por qué? porque se trata de la única población de leones blancos conocida. Si, no son una ninguna subespecie del mítico felino sino una mutación genética con un gen recesivo que hace que el pelaje sea muy claro o blanco. Tampoco se trata de leones albinos. La principal diferencia es que los leones albinos carecen del pigmento melánico que da color a la piel, el pelo o los ojos. Los leones blancos si tienen ese pigmento, pero es de color blanco. Se llama leucismo.

 

Creedme que encontrarse delante de alguno de estos raros ejemplares es algo que no se olvida. La emoción me embargó sentado en el jeep frente a dos leonas blancas, marrón claro en realidad, pues a pesar de ser blancos el gen no siempre se manifiesta en todos los ejemplares ni generaciones. Caía la tarde y el sol les daba cierto color dorado en la piel.

 

Resulta muy complicado observar a estos felinos en libertad puesto que existen muy pocos ejemplares. Durante muchos años fueron incluso leyenda hasta que en 1975 unos científicos documentaron y grabaron una camada en Timbavati. Una magnífica alternativa, además de la espectacular labor científica que realizan, es el Elandela lodge, donde viven en un gran recinto en su hábitat natural en la región de Timbavati. El recinto de cría es tan grande (4.000 hectáreas) que de hecho es probable realizar un safari de dos horas y no encontrarlos.

 

A la mañana siguiente me acerqué a buscar a los machos, que la tarde anterior no hubo forma de encontrar. Tras un buen rato de rastreo finalmente dimos con ellos. El macho dominante era un ejemplar fabuloso, de un blanco casi inmaculado. Acostumbrado a ver leones marrones, como dicen generalmente los guías sudafricanos, el contraste que me produjo ver de cerca este inmenso león blanco es difícil de explicar. La toma de contacto fue breve pero intensa. Hay que respetar su intimidad.

 

En Elandela lodge también realizan un trabajo excelente contra el furtivismo en los rinocerontes, un serio problema que han vivido en primera persona y que ya esbocé hace unos meses en otro post.

 

Os dejo este enlace para conocer más sobre el proyecto de protección y cría de leones blancos en este rincón de Kruger. Y Si os dejáis caer por Elandela, quizá podáis vivir la experiencia de realizar un safari a pie tras los leones blancos. Impresionante!!

jueves, 24 de enero de 2013

Los chimpancés de Queen Elizabeth




En Uganda existen varios lugares donde poder observar chimpancés en estado salvaje. El parque nacional Kibale es el principal. Todo en este bosque gira en torno a los chimpancés, el principal motivo de la visita a este espacio protegido. Como ya reflejé en un par de post, Kibale es mucho más que chimpancés. En cualquier caso la organización de las caminatas para ver a estos primates es magnífica.

Garganta Chambura desde el Campamento de la Higuera
 

La última noche en Kibale coincidí con unos turistas que venían de Queen Elizabeth, el siguiente parque nacional al que me encaminaba, entusiasmados con la experiencia que habían tenido en la garganta Chambura (o Kyambura) con un grupo de chimpancés. Los monos habían bajado de los árboles y se habían sentado junto a ellos. Me enseñaron una y otra vez sus fotos; algunas parecían estar hechas en un fotomatón (por la proximidad del sujeto, me refiero) y la verdad es que me dieron una envidia tremenda.

Un par de días después me encontraba en el Campamento de la higuera (fig tree camp), el punto de encuentro para bajar a la garganta Chambura.

 

El parque nacional Queen Elizabeth es uno de los mejores contactos con la sabana africana en Uganda, con sus elefantes y leones. Se suelen realizar safaris fotográficos tras la pista de los felinos y la navegación en bote por el canal Kazinga, pero habitualmente la gente no repara en la garganta Chambura y la veintena de chimpancés que vive en su interior. Os recomiendo visitarla, sobre todo, si Kibale no entra en vuestro programa de viaje.

 

En el Campamento de la higuera nos registramos debidamente en el pequeño tenderete-oficina que tiene el guarda del parque. Aprovechamos para hacer una foto panorámica de la espectacular garganta desde una plataforma mirador y ver cómo esta hendidura cubierta de selva rompía con la horizontalidad de la sabana. Bajamos unos kilómetros más en vehículo hasta la entrada del sendero, a media garganta.

 

Chambura ofrece más sensación de aventura que Kibale y he de confesar me gustó todo menos la organización. Cuando uno se adentra en un bosque con leopardos y, sobre todo, elefantes e hipopótamos, creo que se deben mejorar las medidas de seguridad. Un solo guía armado al frente del grupo creo que no es suficiente, especialmente si tenemos en cuenta, los precios de la visita. Éramos  14 personas caminando en fila india abriéndonos paso por la selva del fondo de la garganta. Yo cerraba el grupo y al guía sólo lo veía cuando realizábamos alguna parada de reagrupamiento. Muy de vez en cuando. La cosa se puso emocionante antes de bajar a la garganta, cuando desde el borde del cañón vimos cómo una manada de elefantes bajaba al fondo por la otra orilla.

Los chimpancés construyen nidos a modo de cama para pasar la noche.
 

Durante la caminata (ver consejos en Kibale), cruzamos el río por una pasarela de madera y nos situamos en la misma orilla a la que habían bajado los elefantes. Como no podía ser de otra manera enseguida nos topamos con uno de ellos y la tensión en el ambiente se podía mascar. Estaba mucho más cerca de lo que nos gustaría. Salvada la situación con la huída del paquidermo, al cabo de una hora aproximadamente llegamos hasta los chimpancés. Y lo hicimos gracias a la labor rastreadora del ranger. Me gustó cómo interpretaba las huellas y señales dejados por los chimpancés en el terreno. Sus excrementos, sus pisadas, las ramas y hojas mordidas, los nidos de la noche anterior. Esa mañana no quisieron bajar de los árboles pero como siempre que se trata de una experiencia con chimpancés, viví momentos inolvidables en compañía de nuestros parientes más próximos. Al regreso pasamos por un recodo del río donde los hipopótamos se bañaban tranquilamente a 30 metros de nosotros y casi sin darnos cuenta, nos encontramos de nuevo fuera de la garganta, en el mismo punto donde comenzamos la caminata un par de horas antes.

La bella garganta Chambura ofrece la experiencia de observar chimpancés con buenas dosis de adrenalina pero experiencia inolvidable al fin y al cabo.

domingo, 20 de enero de 2013

Mbamba swamp, sorpresa acuática en Uganda


 

En los viajes, incluso los programados al detalle, siempre hay que dejar margen a la improvisación. Me gusta hablar con los lugareños y tras sus consejos modificar o incluir visitas a lugares con los que en principio no contaba. Ahí es cuando salen gratas sorpresas. Mbamba swamp es un claro ejemplo de ello. Tras unos días magníficos de safari fotográfico en Uganda, donde no faltaron los gorilas, los chimpancés e incluso la sabana, el último día decidimos hacer una parada en este humedal a orillas del lago Victoria. De entrada añadió una nota paisajística hasta ese día desconocida en el periplo viajero por la Perla de África, como se conoce a este espectacular país del Este de África.

 

Tras los encuentros con los grandes primates, felinos y paquidermos pensaba que el cupo de birdwatching lo tenía cumplido tras la navegación por el canal Kazinga. Craso error. Andaba tras el picozapato, una enorme ave característica de los humedales que se me resistía. Murchinson falls y la navegación por el delta es un magnífico lugar para encontrar a esta escasa ave pero resulta que uno de sus principales lugares de cría se encontraba a un par de horas de Entebe y Kampala, en los humedales de Mbamba.

 

Vaya por delante comentaros que el picozapato (shoebill) se me resistió fotográficamente hablando, pues vi una pareja en vuelo pero a gran distancia, muy lejos del teleobjetivo. Una pena. No obstante pasé un par de horas sumido en un paisaje impresionante, envuelto de papiros y nenúfares, navegando en una pequeña embarcación de madera que me recordaba a los mokoros del delta del Okavango (Botswana). Si observamos hammerkops, garzas de diferentes especies, jacanas, anátidas,…, lo dicho una magnífica opción de media jornada a un par de horas de la capital conociendo uno de los ecosistemas más representativos del país: los humedales.

 
 
Mbamba swamp es un área protegida de casi 2.500 hectáreas ubicada en las tierras húmedas de la bahía de Mbamba, en la orilla nororiental del mayor lago africano. Es un sitio Ramsar y entre sus especies más características se encuentran aves como el shoebill, la blue swallow, el papirus gonolek o el pequeño antílope sitatunga.

miércoles, 16 de enero de 2013

Baile de pelícanos en Cayo Levantado



 
Y en ésas estaba yo tan relajado, tumbado plácidamente en la fina y cegadora arena de Cayo Levantado cuando algunas barcas de los pescadores de Samaná pasaban cerca de donde el resto de bañistas y yo, disfrutábamos de las aguas cristalinas de este hermoso cayo dominicano.

 

Lo bueno es que las barcas llevaban en torno a ellas una escolta de mi interés: decenas o más bien centenares de pelícanos pardos del Caribe. Las aves eran un auténtico espectáculo. Alzaban el vuelo y se lanzaban en picado como enormes arpones tras la captura de los peces. Probablemente a los pescadores no les hiciera tanta gracia pero yo estaba disfrutando como un niño. Huelga decir que el bronceador y la piña colada en este momento de relax después de una intensa mañana de whalewatching con las ballenas jorobadas, pasaron rápidamente al segundo plano. Alternando cámara y prismático, disfrutaba con el espectáculo acrobático de natación sincronizada que los pelícanos me ofrecían. Hablo en primera persona, pues el resto de bañistas seguía a lo suyo.


 

Se sumergían, remontaban el vuelo con facilidad a pesar de su casi metro y medio de envergadura alar ayudados por el robusto aleteo y sus patas palmeadas, ganaban algo de altura en busca de nuevas presas y de nuevo se lanzaban como proyectiles. Probablemente estaba ante una de las artes de pesca más antiguas. Al sumergirse llenaban de agua la gran bolsa que tienen bajo el pico y tras expulsar el agua por los bordes a modo de filtro (capacidad hasta 11-12 litros cada vez), retenían el pescado que después ingerían.

 

En menor medida pero me recordaban por momentos a los alcatraces sudafricanos de El Cabo cuando la migración de las sardinas llevan a impresionantes cardúmenes de estos clupeidos hasta la costa del sur de África y miles de alcatraces, junto a delfines, tiburones, etc. y otras aves marinas se dan un auténtico festín.


 

Primero desde la arena y después desde un bote estuve un buen rato deleitándome con la escena. Sólo la hora de la partida para regresar al puerto interrumpió lo que prometía ser un rato de descanso en la playa. Tampoco lo cambio.




 

martes, 1 de enero de 2013

Tysfjord hotel



Safaris fotográficos orcas en Tysfjord (Noruega)
Quien llega hasta Tysfjord en pleno invierno lo hace sin duda en busca de dos experiencias en la naturaleza únicas y absolutamente fascinantes. Una, la de realizar safaris fotográficos o incluso bañarse con orcas. Impresionante. La segunda, se puede disfrutar en cualquier lugar al norte del Círculo Polar Ártico, observar auroras boreales. En el fiordo noruego de Tysfjord pueden disfrutarse ambas.


Además quien llega hasta aquí se encuentra con un alojamiento agradable, sencillo, sin grandes pretensiones ni lujos pero con un ambiente idóneo para vivir ambas experiencias. Habitaciones sencillas pero acogedoras. Nada más entrar uno se topa con la silueta amenazante levantada sobre las patas traseras de un oso polar disecado que le da el toque ártico. Recepción, tienda y una pequeña sala común es lo siguiente que se encuentra el visitante.


No se trata de un simple alojamiento sino que es también la base de la empresa Orca Tysfjord y en parte estación biológica. Aquí se preparan y realizan las excursiones en busca de los cetáceos y se registran y siguen los movimientos de los grupos de orcas dentro del fiordo. Un fiordo, por cierto, de gran belleza y con la silueta inconfundible de la montaña nacional noruega Stetind.

El hotel se emplaza en la tranquilidad más absoluta y cuenta con una magnífica infraestructura (embarcaciones, ropa técnica, etc.) para los safaris fotográficos. Para lo de ver las auroras, basta con salir fuera del hotel y mirar al cielo en una noche despejada…


Seguramente lo más incómodo sea el acceso, pero forma parte de la aventura del viaje de cruzar el Círculo Polar Ártico y llegar hasta estas las latitudes. Lo más rápido es mediante un vuelo desde Oslo a Evenes y luego combinar el traslado por carretera y ferry hasta Bognes. Recuerdo las primeras auroras boreales desde la cubierta del ferry…


Estas son mis valoraciones:

Situación: 7
Accesos: 2
Tranquilidad: 10
Arquitectura: 9
Ambiente: 8
Habitaciones: 5
Zonas comunes: 5
Gastronomía: 7
Servicio: 5
Servicio guías: 9
Integración en la naturaleza: 8



Valoración general: 6