lunes, 27 de febrero de 2012

Chimps' Nest lodge

Parque Nacional Kibale, Uganda.

Cabaña sobre el bosque de Kibale.

No es un Lodge con lujos, ni pequeños ni grandes, pero si con gracia y enclavado en un lugar impresionante. Y es que levantarse cada mañana sobre el dosel arbóreo del bosque de Kibale no tiene precio. El Lodge es una de las mejores opciones en este parque nacional ugandés, próximo a Fort Portal, para visitar el bosque en el que viven 13 especies de primates, entre ellos casi 1.500  chimpancés. Y así es como se llama este hotel ecológico, el nido del Chimpancé.



Se encuentra a 20 minutos del centro de visitantes de Kibale, desde donde se realizan las caminatas guiadas para ver al más cercano de nuestros parientes (150$). Chimps’ nest está a 10 minutos de Bigodi swamp.

El Lodge cuenta con una pequeña palapa que hace las veces de recepción, bar (Chimps’ bar), comedor y sala de descanso.

Palapa central


Un sendero lleva hasta las cinco cabañas dobles y una familiar, además de la casa en el árbol, que posee el Lodge. Por la noche no está permitido a los clientes caminar solos hasta desde la habitación a la palapa y al revés. La presencia de elefantes en el bosque tiene la culpa. No son elefantes de bosque sino de sabana, que se internan en ocasiones procedentes del vecino parque nacional Queen Elisabeth.


Las habitaciones son sencillas pero con una terraza espectacular con vistas al bosque y a las lejanas Montañas de la Luna (montes Rwenzori). El cuarto de baño es exterior e independiente para cada cabaña. El agua caliente procede de un depósito también exterior que se calienta a fuego en un horno situado junto a la cabaña.

Junto a la palapa principal anida una nutrida colonia de pájaros tejedores y al lado del mostrador del bar-recepción existe una vitrina con una pequeña pero interesante colección de guías de campo a disposición de los clientes.

colonia de pájaros tejedores.

Por la noche el Lodge organiza caminatas nocturnas por las inmediaciones del hotel, donde es posible observar gálagos.

Amanece desde la terraza de la habitación en Chimp's nest.

 

 Estas son mis valoraciones:

Situación: 8
Accesos: 7
Tranquilidad: 8
Arquitectura: 5
Ambiente: 5
Habitaciones: 5
Zonas comunes: 4
Gastronomía: 6
Servicio: 6
Servicio guías: 5
Integración Naturaleza: 8

Web

Valoración general: 6

jueves, 23 de febrero de 2012

Spegazzini, el glaciar más alto


Tras comenzar la navegación en Puerto Bandera, en la orilla meridional del Lago Argentino, el barco cruza la boca del Diablo y avanza por el brazo Norte hacia el vértice de la “Y” donde se unen el brazo del Upsala y el canal del Spegazzini. Tras algo menos de un par de horas de apasionante navegación por un lugar que recuerdo a los fiordos, se llega al citado punto. Los icebergs que se descuelgan de los frentes del glaciar Spegazzini, y sobretodo Upsala taponan el paso y es necesario detener el barco. Es preciso observar el lento pero constante movimiento de los gigantescos bloques de hielo hasta que el capitán de la embarcación ve claro el paso por algún pequeño pasillo. Una vez superado este punto el lago se vuelve a abrir ligeramente y el barco puede proseguir su marcha. El problema no es entrar al canal Upsala sino luego encontrar la vía de salida. Hay veces en las que tras mucho esperar el capitán no consigue ver la brecha de paso de entrada y la excursión tiene que ser abortada. Tampoco es lo más frecuente.

Los barcos se abren paso entre témpanos.
Entre las excursiones que navegan el lago por el parque nacional Los Glaciares la más solicitada es la que se llama “Todo Glaciares” y que consiste en acercarse –siempre hasta la distancia de seguridad mínima- hasta el frente de hielo de avance de los glaciares Upsala y Spegazzini, así como la observación de otros glaciares de ladera que no llegan a tocar el lago pero se observan “colgados” sobre las montañas que marcan el perímetro lacustre: Onelli, Glaciar seco, Mayo norte, Peineta, Bertachi, Cono, Murallón, etc.
El glaciar Spegazzini es el más alto de los existentes en el parque nacional. Alcanza los 135 metros de altura sobre el nivel del agua del lago. Uno no se da realmente cuenta de las dimensiones hasta que el barco se acerca hasta el frente de avance de este glaciar que en realidad está alimentado por tres lenguas glaciares: Spegazzini, Mayo Norte y Peineta. El glaciar ocupa una extensión de 66 kilómetros cuadrados. Cerca del frente de hielo, algunas cascadas se desploman por el bosque de ñires, lengas y guindos. El glaciar lleva el nombre del botánico Carlos Spegazzini, quien estudió la flora del parque nacional y fue el primer director del Jardín Botánico de Buenos Aires.

Al fondo se adivinan dos enormes barcos que parecen diminuyos frente al glaciar.

viernes, 10 de febrero de 2012

Upsala, el glaciar más grande de la Patagonia argentina





El Glaciar Upsala es imponente. Una enorme lengua glaciar que se descuelga sobre las aguas en la parte más septentrional del Lago Argentino. Lamentablemente es uno de los glaciares que más rápida y drásticamente está sufriendo la regresión en su avance. Las dimensiones del glaciar son impresionantes: una lengua de hielo de 60 kilómetros de longitud alimentada por 50 glaciares menores que llegan al lago formando un frente de 10 kilómetros de anchura y 60 de altura.

El glaciar lleva el nombre de la universidad sueca que en 1908 realizó los primeros estudios sobre los glaciares argentinos. Tan monstruosa superficie helada, de 870 kilómetros cuadrados, puede ser mejor comprendida si pensamos que equivale a 3 veces la superficie de la ciudad de Buenos aires y que además cuenta con su propia historia de la exploración antártica pues en los años 60 esta lengua de hielo era empleada como campo de prácticas para el aterrizaje de los aviones del ejército argentino. El objetivo era practicar sobre la superficie del glaciar con vistas a futuras campañas en la Antártida.


Afortunadamente hace muchos años que esto no se realiza y el glaciar se muestra espectacular. No en vano se trata del mayor glaciar argentino y el segundo más importante de la Patagonia tras el Pio XI en la patagonia chilena.
A las inmediaciones del glaciar Upsala se llega en barco pero también a pie desde la Estancia Cristina.

lunes, 6 de febrero de 2012

Lago Argentino



Hay que levantarse pronto para ir desde El Calafate hasta el lago Argentino. No por la distancia, si no porque los barcos que navegan sus aguas salen temprano del muelle. Para ser propios, el Lago no está lejos de la ciudad, de hecho El Calafate está a orillas del lago Argentino, en una zona donde por cierto se pueden ver infinidad de aves como cauquenes, flamencos, etc. El embarque se realiza en Puerto Bandera, a unos40 kilómetros de la ciudad. De allí parten las embarcaciones de diferentes tamaños y capacidades de la naviera Fernández Campbell que recorren cada día el lago cargadas de visitantes. La experiencia bien merece la pena y en general navegan por el brazo Norte del lago entre icebergs hacia los glaciares Upsala, Spegazzini, Seco, la bahía Onelli… también por el canal de los Témpanos hacia el frente norte del glaciar Perito Moreno.

También se puede navegar el brazo Rico del lago y llegar en esta ocasión al frente sur del glaciar Perito Moreno. Ambos frentes están separados por el punto donde el glaciar se apoya en la tierra firme de la península de Magallanes. Más información del frente sur del Perito Moreno encontraréis en mi post dedicado al trekking sobre el glaciar.

En esta ocasión mi objetivo es navegar el brazo Norte. Allí aguardan los glaciares arriba mencionados. La experiencia de la navegación entre los bloques de hielo a la deriva y la soledad envidiable de una de las mejores Estancias de la zona.

Al poco de salir la entrada al brazo Norte está bien delimitada por un estrecho paso de 800 metros de anchura conocido como Boca del Diablo. En sus paredes suelen posarse los cóndores andinos. Una vez sobrepasada la Boca del Diablo, el lago se abre de nuevo en busca del blanco de las montañas y los icebergs. Allí me dirijo.



El lago es majestuoso… y grande, muy grande. Un inmenso lago de casi 1.500 kilómetros cuadrados alimentado por el deshielo de decenas de glaciares. Es el mayor lago de Argentina y también el mayor y más meridional de los grandes lagos patagónicos.

Los primeros habitantes y los tehuelches denominaron al lago “Kelta”, pero fue el ingeniero Francisco Moreno, el Perito Moreno, que se encargó de delimitar el límite estatal entre Argentina y Chile, quien bautizó al lago con el nombre actual. También bautizó al glaciar más espectacular de cuantos existen en Patagonia (los hay más grandes, más altos, más largos… pero me quedo con el Perito Moreno, un glaciar de libro y de “diseño”). El desagüe natural del lago es el río Santa Cruz, que enseguida comienza a serpentear con sus aguas azules por la planicie en busca del mar. Darwin lo remontó en su periplo viajero a bordo del Beagle. No llegó a ver el lago.

De algunos de los principales glaciares del Lago Argentino os cuento en próximos post.

viernes, 3 de febrero de 2012

Caminando sobre el glaciar Perito Moreno


 
Era una pequeña asignatura pendiente entre el glaciar y yo. Había estado ya varias veces frente al impresionante Perito Moreno, cinco si no recuerdo mal, y por una cosa u otra no había podido caminar sobre el glaciar dentro del área de hielo destinada al uso público bajo una actividad regulada llamada minitrekking (o Big Ice en función de su duración). Casi siempre por falta de tiempo. Una vez a punto estuve de lograrlo pero amaneció uno de esos días borrascosos de fuerte viento patagónico que lo imposibilitaron. A pesar de estar apuntado al turno de tarde, el día se resistió a cambiar y no hubo nada que hacer salvo matar el tiempo en las librerías de El Calafate. Que no es mala opción tampoco.



En 2009 iba a ser la mía. De hecho el glaciar quiso recibirme con un tiempo inmejorable, radicalmente opuesto con el que me negó pisarle la última vez. Y es que la que manda, manda, y no los diminutos seres que, como yo, se atreven alguna vez a caminar por una pequeña esquina de esta inmensa lengua de hielo de 35 kilómetros de largo y 6 de ancho (frente). Lo había visto unas cuantas veces desde las pasarelas y balcones, que ofrecen una visión frontal impresionante, casi cenital. Incluso había exclamado el habitual Ohhhh! de la célebre Curva de los Suspiros, cuando se tiene el primer contacto visual tras tomar una curva a la derecha por la carretera que viene de El Calafate. También me había acercado navegando hasta el frente de hielo de su pared sur para contemplar la majestuosidad de su altura (entre 50-80 metros) y darme cuenta, una vez más, que no somos nada ante su monumental tamaño. Pero esta vez se iba a dejar pisar.


La sencilla excursión comienza en el embarcadero Bajo la Sombra (que así se llama), el mismo en el que se toma el bote para ir al Brazo Sur. Bueno realmente empieza a disfrutarse en el momento que se pagan los 100 euros que cuesta la actividad y se comunica el hotel en el que uno se aloja para que pasen a buscarlo al día siguiente a la hora convenida.



Navegando un cuarto de hora por el Brazo Rico del Lago Argentino se llega a la base del cerro Moreno, donde se desembarca. Allí se ubica también el refugio base de la empresa que realiza la actividad del trekking por el hielo. Es el momento de bajar entre el bosque de ñires y lengas a una playa de la morrena en la que los instructores imparten una pequeña charla del parque nacional y el glaciar antes de dirigirnos a la pared de hielo. Repartidos en pequeños grupos, los afortunados visitantes (está permitido desde niños de 10 años hasta personas de 60. Prohibido embarazadas y personas con problemas cardiacos), nos dirigimos al punto donde nos colocamos los imprescindibles crampones.

Aunque parece el Yeti, soy yo a mitad de trekking.


Tras un primer contacto con el hielo, comenzamos la suave ascensión por el lateral del glaciar en un inolvidable paseo que lleva al visitante a contemplar grietas, seracs (hielos puntiagudos), sumideros y cursos de agua superficiales. A estas alturas uno ya ni se acuerda de los 100 euros. Incluso le parecen poco.

Aparte del blanco, durante la excursión se contemplan todas las gamas y tonalidades de azul, precisamente el único color del espectro lumínico que no absorbe el hielo haciéndolo visible al ojo humano. La caminata termina con un whisky on the rocks, pero en este caso las piedras de hielo proceden de glaciar. Reconozco que jamás se me habría ocurrido tomar un whisky con alfajores pero en este contexto y en esta situación, hasta tiene su gracia.



En total una hora y media de aventura glaciar inolvidable. Si rematamos la faena con un asado en la Estancia La Usina, inmejorable.