miércoles, 29 de mayo de 2013

A Borneo y Sulawesi tras la estela de Conrad

 

Se cumple este mes el primer aniversario del blog La Línea del Horizonte (LDH), en el cada mes colaboro como sabéis con la publicación de un post. Doce meses después de su aparición LDH no sólo se ha convertido en referente en la red sino que ha crecido y ha desarrollado otras líneas vinculadas a los libros y a los viajes, que es de lo que saben, y mucho, sus creadores. Ha pasado a ser La Línea del Horizonte Factory y LDH Travel Experience es una de esas líneas abiertas.

 

La Línea del Horizonte (LDH) ha cerrado el círculo materializando el vínculo natural indispensable entre la literatura viajera y los viajes: los Viajes Literarios, el primer producto de LDH Travel Experience. ¿Qué son? Se trata de viajes que tienen como objeto seguir la estela de un autor reconocido visitando los lugares que le inspiraron o sirvieron de escenario para plasmar sus novelas. El primero de estos Viajes Literarios está dedicado nada más y nada menos que a Joseph Conrad y su periplo por Borneo y Sulawesi, en Indonesia, donde se encuentran los escenarios de sus novelas marinas.

 

Pilar Rubio, directora de La Línea del Horizonte Factory, me planteó hace un tiempo la oportunidad de coordinar estos viajes y yo, ni que decir tiene, acepté con gusto. Así que tendré el honor y el gusto de acompañar al primer grupo de viajeros por El Oriente de Joseph Conrad a Borneo y Sulawesi entre el 10 y el 29 de agosto. Un viaje largo (20 días) pero absolutamente espectacular en el que no faltarán las visitas de los escenarios más relevantes de sus novelas marinas, la observación de orangutanes y la visita del centro dedicado a estos simios dirigido por Biruté Galdikas en la selva de Borneo, un baño en los arrecifes de coral de los espectaculares fondos marinos indonesios, relax en las playas de arena blanca, suaves caminatas por los arrozales y tierras de Tana Toraja, donde visitaremos sus aldeas y conoceremos las ceremonias ancestrales que el pueblo de los Toraja realiza, y todo aderezado con las explicaciones sobre Conrad y otras sobre naturaleza y fotografía de viajes.

 

En este enlace os dejo información muy detallada sobre el viaje. ¿Te animas a venir este agosto a Borneo y Sulawesi de la mano de Conrad?

 

Autores, como Conrad, con los que seguro todos hemos viajado sin salir de casa, con los que nos hemos criado literariamente y que, en muchas ocasiones, despertaron el instinto viajero que todos llevamos dentro. Obras míticas y sus autores. Conrad es el primero, pero vendrán más.
 

lunes, 27 de mayo de 2013

Migración de las aves a través del Estrecho del Bósforo


Bando de cigüeñas blancas en una térmica.
Con la llegada del invierno, los recursos alimenticios disponibles se reducen y la fauna inicia sus movimientos migratorios a zonas en las que el alimento no es problema. Este hecho es especialmente relevante en el grupo de las Aves. Aproximadamente la mitad de las especies de aves que existen son migratorias.

 

La migración de las aves es probablemente la más espectacular porque, aunque muchas especies viajan de noche, sus desplazamientos son muy visibles. El máximo exponente de la migración “voladora” es la que concierne a las llamadas aves planeadoras, aquellas que, a diferencia de las batidoras, necesitan de las corrientes térmicas para permitir su técnica de vuelo. Ésta consiste en aprovechar el calor desprendido por la superficie terrestre al ser calentada por el sol. El aire caliente asciende y de ello se aprovechan las aves planeadoras que, con el mínimo gasto energético, ganan la altura suficiente para después avanzar planeando. A este grupo de aves planeadores pertenecen las ciconiformes y las rapaces de alas anchas.

 
Milanos negros en paso migratorio.

Las aves realizan dos movimientos migratorios a lo largo de su ruta, una migración prenupcial y una migración postnupcial hacia las áreas de invernada que en el hemisferio norte coinciden con los meses de invierno en el primer caso y verano en el segundo. De la técnica de vuelo empleada por las aves planeadoras se desprende una conclusión clara: dependen de la superficie terrestre (pues en el mar no se forman corrientes térmicas) y por tanto para sus largos recorridos precisan de pasar por los puntos donde menor cantidad de agua exista, es decir, los estrechos. Se establecen así cuatro grandes rutas migratorias para estas aves en el globo que coinciden geográficamente con los embudos naturales de los istmos o estrechos: Istmo de Panamá en el caso del continente americano y los estrechos de Gibraltar (España), Messina (Italia) y Bósforo (Turquía) para las rutas migratorias euroasiáticas. En los cielos de estos lugares se congregan millones de aves.

 
Desde Tarabya se observa uno de los mayores estrechamientos del Bósforo.

Tuve la suerte de disfrutar de este espectáculo en mis trabajos de campo en el Estrecho de Gibraltar durante 5 años a través de los cursos de migración organizados por la Universidad Complutense de Madrid y algunos años más a título personal “enganchado” a este fenómeno estival en las costas gaditanas de Tarifa.

 

El Estrecho del Bósforo es al oriente de Europa lo que el estrecho de Gibraltar al occidente del Viejo Continente, el embudo de grandes rutas migratorias. El estrecho de Gibraltar concentra a las aves que emplean la ruta migratoria de Europa occidental y el del Bósforo la de Europa oriental. En el medio, el estrecho de Messina, entre la península italiana, la isla de Sicilia y el norte de África son una tercera vía de entrada (y salida) al continente africano (zona subsahariana), que es el principal destino migratorio.

Milanos negros en una térmica.
 


El estrecho del Bósforo actúa como embudo para las aves entre Europa y Asia. Muchas continúan hacia el sur del continente asiático llegando incluso a Oceanía pero la mayoría dan el salto al continente africano cruzando el mar Rojo por la península del Sinaí. También tuve la suerte de disfrutar del paso prenupcial de cigüeñas blancas en el parque nacional Ras Mohammed (Egipto). Allí se posaban exhaustos los bandos de cigüeñas en las playas del extremo del Sinaí.

 

El Estrecho del Bósforo, en Turquía, tiene la anchura idónea para que las aves no sufran. Sus 32 kilómetros de largo entre el mar Negro y el mar de Mármara (Mediterráneo) no son cruzados de norte a sur, sino que las cigüeñas (sobre todo blancas y en menor medida las negras) y las rapaces cruzan el brazo de agua de oeste a este (postnupcial) y de este a oeste (prenupcial) necesitando salvar por tanto una anchura mínima de sólo 750 metros y máxima de 3,7 kilómetros. Apenas un salto para las aves planeadoras. La corta distancia a salvar y la menor intensidad de los vientos dominantes (en comparación con el Estrecho de Gibraltar) hace que los bandos de aves no necesiten grandes jornadas de descanso ni ganar excesiva altura). Esto permite observar bien a los pájaros en este tramo de la ruta migratoria a pesar de que las cigüeñas blancas, por ejemplo, vuelan a una altura “de crucero” que llega a alcanzar los 5.000 metros.

 


Algunas de las especies que cruzan el Estrecho del Bósforo y que tienen un comportamiento migratorio más espectacular son las mencionadas cigüeñas blancas o las negras, pero también rapaces como los milanos negros, abejeros, águilas culebreras, águilas calzadas. También vencejos, abejarucos, etc. La más recomendable (desde el punto de vista del observador) es la migración postnupcial que tiene lugar entre los meses de julio-septiembre fundamentalmente. Y lo mejor de todo es que el espectáculo puede ser visto plácidamente desde la cubierta de alguno de los muchos barcos turísticos que realizan los cruceros por el Bósforo. o de los que unen las orillas europea y asiática de Estambul, como las aves. Y mejor a mediodía, cuando haya dado tiempo a formarse las corrientes térmicas.

jueves, 23 de mayo de 2013

Las aves cotidianas del Bósforo


Cuando uno llega a Estambul, ya se sabe: Santa Sofía, el Palacio Topkapi, subirse a la Torre Gálata, o visitar la Mezquita Azul o la de Suleyman en representación de las 20.000 mezquitas de la ciudad. Pero hay más. Incluso mejor panorámica que la que se disfruta de la pétrea Torre Gálata se obtiene desde el Bósforo. Es una panorámica diferente, a ras de agua, pero los relieves de los minaretes se recortan como agujas que rasgan el cielo de Estambul. No es el propósito de este blog contaros cosas sobre el imperio otomano ni la bella urbe Ataturk, si no la naturaleza que la rodea, y que es notable. En su parte europea y asiática conserva interesantes bosques, en su mayoría de bosque mixto y pinares. Especies europeas y asiáticas en un clima eminentemente Mediterráneo. El Bósforo ejerce de ecotono y, para lo que hoy quiero mostraros, de pasillo acuático a miles de aves. Para disfrutar de este Estrecho que une el Mar Negro con el Mar de Mármara a lo largo de 32 kilómetros de longitud, os recomiendo subiros a alguno de los muchos barcos que realizan cruceros por el Estrecho del Bósforo.

 
 
 


Desde la cubierta del barco veréis joyas patrimoniales como el palacio Dolmabahçe, la fortaleza de Europa, la fortaleza de Asia o las antiguas casas de madera a orillas del canal marítimo. Pero en el estrecho no sólo fluye el agua, con ella mucha vida. Tal y como ya os conté en el caso del crucero por el Nilo, la cubierta es, además, un excelente observatorio para disfrutar con el constante ir y venir de gaviotas, cormoranes y un buen número de limícolas que aletean en vuelo rasante y a gran velocidad sobre el agua. Os llamará también la atención la profusión de medusas, pequeñas medusas de color blanquecino que, en oleadas, en algunos momentos se cuentan cientos de miles de estos cnidarios. Hay bastante corriente, mucha especialmente en la unión con el mar de Mármara, pero la temperatura del agua parece favorecer la proliferación de las medusas.

 
 
 


Sobre el agua nadan y pescan un buen número de láridos, y tendremos tiempo de debatir sobre las diferencias y semejanzas entre la gaviota del Caspio y la gaviota Patiamarilla. Bucean también los cormoranes, que se van sumergiendo al paso del barco para volver a salir a superficie unos instantes después.

 




Estas especies son residentes, habitantes cotidianos, pero el Estrecho del Bósforo sirve de corredor migratorio a miles de aves terrestres. Grandes y pequeñas, desde paseriformes a ciconiformes. Uno de los cuatro enclaves migratorios más importantes del mundo, pero eso son palabras mayores que os contaré en otro post.

miércoles, 15 de mayo de 2013

El gran turaco azul en los humedales de Bigodi


 

En los límites del parque nacional Kibale Forest (bosque de Kibale), en Uganda, se encuentra un pequeño humedal de enorme valor por poseer una alta biodiversidad. A pesar de su reducido tamaño, los humedales de Bigodi dentro del Magombe swamp (6 km. al sur del bosque de Kibale y a una hora en coche desde Fort Portal) son el hogar de 8 especies de primates y más de 200 especies de aves. El colobo rojo y el Gran Turaco Azul son los emblemas de este santuario ugandés. Se pueden observar con facilidad varias especies de reptiles y mamíferos, incluido el pequeño antílope sitatunga que se mueve como pez en el agua gracias a su liviano peso corporal entre las zonas encharcadas y comunidades de papiro.

 



Un pequeño centro de visitantes en el que comprar algo de artesanía local y poco más, se abonan los 20 $ que cuesta entrar y un guía te acompaña por el interior del humedal en un recorrido de aproximadamente un par de horas. Es un paseo sencillo, entre papiros, palmeras de diversas especies y grandes árboles que son el hogar de los primates. Los monos son fáciles de ver, sobre todo el colobo blanco y negro, el colobo de cola roja, el colobo rojo, el mono gris, el de l’Hoest, vervet, babuinos, mangabay, e incluso, con suerte, algún pequeño grupo de chimpancés de los que residen en el cercano bosque de Kibale y ocasionalmente se acercan a este humedal.

 



Pero lo que hoy me trae a los humedales de Bigodi en forma de post es la observación del precioso gran turaco azul (great blue turaco). Este gran ave de llamativo plumaje dorsal azul con sus 75 centímetros de envergadura alar, encuentra en el dosel arbóreo de Bigodi el hábitat idóneo que ha convertido a Bigodi en enclave de relevancia mundial para la especie dentro de su área de distribución como endemismo de la orilla occidental del Lago Victoria. Se observan además martín pescador, papamoscas, carpinteros, cucos, tucancillos, etc. más de 200 especies de aves. Una delicia para el birdwatching.

 



Bigodi es un buen ejemplo de desarrollo sostenible y cómo la comunidad local gestiona este pequeño espacio natural repleto de grandes valores naturales. La gestión corre a cargo de Kibale Association for Rural and Environmental Development (Kafred)

jueves, 9 de mayo de 2013

10 Bosques imprescindibles


Los bosques son uno de los bienes naturales que debemos legar a nuestras próximas generaciones. Como tal hay que luchar porque así sea. Me encantaría que mi hijo conociera esta selección que de bosques que hoy muestro, al menos, tal y como están conservados ahora. He querido dedicar esta entrada a aquellos espacios forestales que más me han cautivado, por diversas razones, a lo largo y ancho de mis paseos por el mundo. Hay muchos más, claro está, pero he tratado de seleccionar  diferentes comunidades vegetales, con características distintas y en diferentes parámetros de biodiversidad. Los que figuran en esta lista están de una u otra manera reconocidos a nivel internacional por su importancia; todos dentro de parques nacionales y declarados Patrimonio de la Humanidad como Bien Natural por la UNESCO. Que sigan siendo eso, patrimonio de toda la humanidad durante muchas generaciones… Como siempre, no se trata de un ranking sino que su ordenación responde únicamente al orden alfabético. Espero os gusten.

 

Amazonas (Brasil, Ecuador, Colombia, Perú, Bolivia y las Guayanas)
Joya entre las joyas. El bosque del Amazonas, entendido como una gran cuenca, es no sólo el mayor bosque del planeta sino que encierra los más altos patrones de biodiversidad terrestre. Esta selva tropical se extiende a lo largo de 6 millones de kilómetros cuadrados que contienen el 20% de las especies de flora y fauna del mundo.
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Bialowieza (Polonia)
El último bosque virgen de Europa es también el más extenso en el centro del Viejo Continente. Esta gran mancha verde dominada por coníferas y también frondosas se extiende por el este de Polonia y oeste de Bielorrusia. Además del patrimonio vegetal, alberga la última población de bisontes europeos. La pena es que todavía existan vallas que impidan el libre movimiento de la fauna por sus más de 10.500 hectáreas.

 

 
Bwindi (Uganda)
El célebre Bosque Impenetrable alberga la mayor población de gorilas de montaña y es un paraíso ornitológico. Se trata de un bosque tropical húmedo en el que crecen infinidad de especies de orquídeas y vuelas un buen número de mariposas. El bosque de Bwindi, en la región montañosa de Uganda, es además hogar de más de una decena de primates, entre ellos los chimpancés, colobos o monos dorados. Bwindi significa oscuridad, así que os podéis hacer una idea de la frondosidad de este ecosistema africano, uno de los más interesantes del continente.
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Chitwan (Nepal)
En el país con mayor diferencia altitudinal del planeta, desde los 200 metros sobre el nivel del mar hasta los 8.850 metros del techo del mundo, me quedo en sus tierras más bajas, que están dominadas por una selva húmeda en la que habitan tigres y rinocerontes de un cuerno para mostraros un entorno forestal envidiable. La mejor forma de recorrerlo es a lomos de un elefante asiático. Dicen que aquí se inspiró R. Kipling para escribir el Libro de la Selva. No es para menos.
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Garajonay (España)
La laurisilva es un bosque relicto, un tipo de bosque que hace mucho tiempo (Terciario) se extendía por la cuenca Mediterránea y que hoy está fragmentado en manchas que crecen en algunas islas de la región Macaronésica, en los archipiélagos de Azores, Madeira, Canarias y Cabo Verde. La laurisilva canaria crece algunos puntos de La Palma, La Gomera, El Hierro y Tenerife. El bosque más extenso y mejor conservado de laurisilva canaria es el que forma el corazón del parque nacional de Garajonay (La Gomera). Infinidad de endemismos en esta selva de laureles, desde un buen número de vegetales hasta las palomas de laurisilva (rabiche y turqué).
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Jiuzhaigou (China)
Cuando estuve en este parque nacional chino, el escenario de bosques, montañas, cascadas y lagos más impresionante de cuantos conozco, me llamó rápidamente la atención una zona indicada en el mapa como “The virgin forest”. Corresponde al extremo del valle de Rize y se mantiene prístino, tal y como era. Una pasarela permite recorrer una ínfima porción de este bosque de coníferas de alta montaña.
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Mai (Seychelles)
Lo sorprendente del bosque que crece en el valle de Mai es que se trata de palmeras de la especie Coco de mer. Lo de las palmeras no es raro, pues es la vegetación característica de zonas bajas en islas tropicales, lo curioso es el fruto de esas palmas. Los gigantescos cocos (el femenino llega a pesar más de 25 kilos) y sobre todo la erótica morfología del que se ha convertido en el símbolo de este país del Índico.
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Onelli (Argentina)
De este bosque andino patagónico me encantó todo, especialmente en otoño. Crece en la bahía de Onelli, al pie del Lago Argentino. En este mundo de glaciares el bosque de Onelli puede recorrerse entre el muelle en el que atraca el barco que realiza la travesía por el lago y la laguna de Onelli. Es un trayecto corto, pero resulta absolutamente mágico. Lengas, ñiras, notros, calafates… especies que tiñen de color esta mancha caducifolia del parque nacional Los Glaciares en la Patagonia argentina.
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Oulanka (Finlandia)
En esta selección de mis bosques predilectos no podía faltar una representación de taiga, que forma parte de los ecosistemas árticos. Taiga es un término siberiano que significa “bosque entre lagos”, nada mejor para definir lo que ofrece este parque nacional finlandés de casi 300 kilómetros cuadrados, junto al Círculo Polar Ártico, que se continúa por tierra rusa con el nombre de Paanajarvi. Un vasto mar de coníferas que forman una de las mejores representaciones del bosque boreal.
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Tsitsikama (Sudáfrica)
Es el verdadero pulmón de la Ruta Jardín sudafricana. En origen era uno de los tres parques nacionales situados a lo largo del tramo costero entre Mossel Bay y la desembocadura del río Storm, en la provincia del Cabo, que se recorrían a través de la principal ruta turística del extremo de África. Hoy todo el territorio se engloba dentro del parque nacional de la Ruta Jardín (Garden Route). Se trata de la mayor y mejor representación de bosque afrotemplado. Destacan los podocarpos de Outeniqua, olivo del Cabo, ocoteas y helechos arborescentes. No os perdáis un paseo alrededor del Big Tree de Titsikama.

lunes, 6 de mayo de 2013

El bosque andino patagónico caducifolio


 
El Calafate, un pueblo que ya de por si tiene nombre de arbusto local, es la puerta de entrada principal al paraíso terrenal del parque nacional Los Glaciares, en la Patagonia argentina. El parque nacional ofrece hielo, mucho hielo, en sus glaciares pero también bosques, algunos de los bosques andinos patagónicos mejor conservados. A priori nuestros ojos centran la visión de las montañas que se erigen en la orilla occidental del gran Lago Argentino en las enormes lenguas de hielo que bajan por los valles. No en vano son el principal aliciente del parque, pero sin embargo una de las imágenes más impactantes que recuerdo no tiene cristales de hielo sino hojas. Me refiero al bosque andino patagónico y, concretamente, al caducifolio. Me había adentrado en bosques de estas latitudes en zonas como la península de Magallanes, frente al glaciar Perito Moreno. También en el bosque que crece en la orilla izquierda del lago Rico.
 
 
Mayo es el mes en el que las ñiras, lengas, notros, coihues, calafates, etc. se encuentran en plena explosión cromática. Rojos, amarillos, naranjas, tiñen de cromatismo las faldas de las montañas. Aunque mi mente estaba puesta en el hielo, el policromatismo otoñal patagónico de estas formaciones boscosas, hogar de pumas,  me encantó.
 

Pero donde de verdad quedé extasiado por la belleza y magia del bosque andino fue en la bahía de Onelli. Tras varias visitas a la zona, por fin un año tuve ocasión de llegar navegando y desembarcar en la bahía. Os confieso que fue poner un pie en la tierra, dar dos pasos hacia el interior del bosque y el corazón se me paró de repente. Brutal. Se me hace difícil explicar, lo que desprende este bosque casi intacto, envuelto en el silencio más sepulcral; sólo el sonido lejano del viento se colaba entre los musgos y líquenes que tapizaban las ramas ya sin hojas del bosque. Sin duda una de las experiencias forestales más impactantes que he vivido. 
 

Y al hilo de este post, preparé para los próximos días una entrada del blog centrada exclusivamente en bosques. Este bosque andino patagónico será uno de los que figuren en la lista, por supuesto, pero habrá nueve más que completen la próxima selección de Mis Safaris Favoritos por los bosques del mundo.