jueves, 30 de septiembre de 2010

¿Un león nadando? La Migración en Masai Mara. El río Mara III.


Como os prometí ayer, el momento inolvidable de hoy lo es por inusual y afortunado.  Ocurrió hace un par de años y lo tengo tan presente como el primer día pues no creo que vuelva a contemplar algo similar…
El león no se caracteriza principalmente por su gusto al agua y mucho menos a cruzar nadando en el “tranquilo” río protagonista de todos los documentales de La2.

Era la última mañana de una semana de safaris en Masai Mara. El día anterior habíamos intentado acercarnos hasta la orilla del río Mara en la zona de Loldopai pero nos fue imposible llegar por el desbordamiento del río. En época de lluvias las crecidas del nivel de agua pueden ser considerables y en efecto ésta lo fue. Antes, en el puesto de control del Punte Nuevo, al sur de la reserva, ya nos advirtieron que no llegaríamos porque el camino había desaparecido bajo el agua pero había que intentarlo. En efecto después de retroceder sobre nuestros pasos y reconocerles que tenían toda la razón, imposible seguir, reemprendimos camino de vuelta para continuar el safari lejos de la orilla.

Teníamos la espinita clavada de ver los cocodrilos y los hipopótamos así que coordinamos para el grupo al día siguiente un intento en el río Talek, afluente del Mara. El día amaneció soleado y hacia allá nos fuimos cambiando el habitual polvo del camino por el barro; un gran barrizal en algunas zonas. A duras penas pero sin riesgo conseguimos llegar a la orilla del Talek. En efecto allí estaban sus anfitriones y el hipopótamo y el cocodrilo contaban desde ese momento con una cruz en la lista de especies observadas.


A un kilómetro del lugar, detuvimos el vehículo para ver un bonito recodo del río pie a tierra en una zona segura, cuando ante nuestra sorpresa asomó entre la vegetación de la otra orilla un enorme macho de león. Tras mirar a uno y otro lado –y sobretodo de frente- el león no dudó en bajar el terraplén y detenerse junto al agua. A pesar de haber hecho infinidad de safaris y visto prácticamente de todo en Mara, he de reconocer que lo que sigue me sorprendió enormemente.
Convencidos de que el león se acercaba a saciar la sed después de lo que debía haber sido una gran comilona tras una buena noche de caza, a todos nos cambió la cara –a mi el primero- cuando éste comenzó a meterse en el agua lentamente, a mirar de nuevo a un lado y a otro – y sobretodo de frente- para, sin vacilar, lanzarse al agua y cruzar nadando el río hasta la otra orilla.

Por cierto ante tal estupefacción general menos mal que a uno le puede el sentido común, y al darnos cuenta de que la orilla en la que ahora se encontraba era precisamente la nuestra, nos faltó tiempo para subir al coche y ponernos a buen recaudo.
Después de haber llevado mucha gente a Masai Mara, lo vivido aquella mañana no lo olvidaré en la vida pues tan improbable es volver a ver una escena similar como que el cocodrilo se suba a lomos del hipopótamo y ambos vengan al lodge a traernos un zumo de naranja.


miércoles, 29 de septiembre de 2010

La Migración en Masai Mara. El río Mara II.


Masai Mara siempre depara momentos inolvidables. Es algo inherente al parque, casi como la propia fauna que lo habita. No hay safari en Masai Mara que no proporcione un amanecer, un atardecer, una escena de caza, un momento tierno madre-hijo, etc.; pero sin duda hay una época en la que Mara es especialmente generosa con estas escenas inolvidables, la época de la Gran Migración.

Es época de esplendor en Mara. De nervios, de abundante comida para herbívoros y carnívoros, de cruces de río. En las orillas del Mara he fijado el primero de los momentos inolvidables de la migración. El río no sólo lo cruzan ñus y cebras, también es el obstáculo a salvar por el resto de animales terrestres que tienen en esta porción de la sabana africana su hábitat. Las gacelas e incluso las jirafas también lo cruzan.
Después de unas cuantas horas apostados en la orilla del río en uno de los frecuentes lugares de vadeo para los ñus y cebras, apareció ante nosotros una manada de jirafas decididas a cruzar el río. Como siempre, las hay más valientes y menos valientes. Las primeras cruzaron con mucha más gloria que pena, pero una quedó rezagada en el intento. De todos es conocido que el chapoteo de las pezuñas en el agua al cruzar es un imán para los cocodrilos que patrullan río arriba y abajo en busca de “movimiento”. Bueno de todos no; ésta pobre jirafa no debió acordarse y su falta de decisión le dejó “colgada” mientras sus compañeras de baño la llamaban desde la otra orilla, incluso retrocediendo hasta el borde para animar así a su pariente a cruzar.

Claro que este momento inolvidable, más que para mí, lo fue sin duda para la jirafa y las cebras que miraban el terraplén fijamente, sin parar de hacer movimientos nerviosos pero sin decidirse a bajar. Si no fuera por el par de cocodrilos que desafiaban (seguramente silbando como si no fuera con ellos la cosa) el cruce de miradas al borde del agua… Así pasaron horas unas mirando y amagando, y los otros silbando sin moverse, así que el final de la historia no os lo puedo contar pues caía la tarde y era momento para ir en busca de felinos que, de hecho, no andaban lejos.

Otro momento inolvidable del safari en esta época es el que uno siente al quedar envuelto por la gran manada. No hay más que acercarse a la hilera de hormigas en fila india que forman los ñus en esta época de ajetreo sur-norte y detener el vehículo. En unos instantes el coche es literalmente envuelto por miles de ñus que, como la gran marabunta, no detienen el paso. Y es que no hay nada como el instinto animal. La cabra tira al monte y el ñu a los pastos frescos de Masai Mara.

Hay un tercer momento, pero lo dejo para mañana por inusual, afortunado e inolvidable.

martes, 28 de septiembre de 2010

La Migración en Masai Mara. Ñus y cebras. El río Mara I.



Desde finales de junio hasta finales de octubre tiene lugar cada año en la Reserva de Masai Mara, al sur de Kenya, la Migración más importante de fauna salvaje en el continente africano. Dos especies son clave en el ecosistema Serengeti: el ñu y la cebra.

Son como las buenas parejas, se necesitan. Seguramente también se quieren, no en vano comparten los momentos más difíciles de la vida, la presencia del otro puede servir para salvar la vida propia y encima no discuten. Ñus y cebras son como marido y mujer. O más.
Comparten hogar, en plena sabana africana, especialmente abundantes en las praderas del ecosistema del Serengeti. Pasan juntos buena parte del año comiendo en el mismo plato, los pastos frescos, e incluso se bañan juntos. Y precisamente ahí, en el baño, es donde se estrecha este lazo matrimonial sin parangón. Cebras y ñus suponen juntos el 90% de los animales que forman la Gran Manada, que es como se conoce a los diferentes grupos de herbívoros que cada año protagonizan la Gran Migración. Estos grupos están formados fundamentalmente por ñus, cebras y un tercero en discordia en el matrimonio: las gacelas (Thomson y Grant, fundamentalmente). En total casi 3 millones de herbívoros: 2 millones de ñus, 700 mil cebras y medio millón de gacelas son los autores de la mayor migración animal -en cuanto a mamíferos se refiere- entre Serengeti y Masai Mara en Tanzania y Kenia respectivamente.


Volviendo al agua, es precisamente a la hora de cruzar los ríos cuando surgen los nervios y el conflicto. La tensión se corta en el ambiente. Es en este momento cuando más se estrecha su amor e incluso los amantes son bienvenidos. Me explico: ambos, cebras y ñus, son animales terrestres y como tales no se desenvuelven bien en todo lo que no sea su medio. Si a esto añadimos que ahí abajo, en el agua y las orillas, aguardan frotándose los dientes, cientos de cocodrilos del Nilo, sobra decir que el momento del cruce del río –junto con el del parto- es el más crítico de sus vidas. Aparte de los pequeños afluentes y arroyos más o menos sencillos de vadear, son varios los ríos que han de cruzar durante la migración: el Kirawira, el Sand River, el Talek y el más dramático de todos, el río Mara. El momento de echarse al agua es el más tenso del matrimonio. Primero comienzan a acercarse a la orilla, uno a uno, de decenas en decenas, de cientos en cientos. Así hasta miles. El nerviosismo flota en el aire y los sonidos característicos de los ñus se repiten constantemente. Son llamadas incesantes, llamadas de ánimo y de congregación para hacer piña antes de cruzar y, una vez al otro lado, siguen sonando como reclamo para que sus parientes que aun no han cruzado se decidan a hacerlo cuanto antes. Estos cortos mugidos son el hilo musical favorito de los cocodrilos y la banda sonora de la migración.


Cebras y ñus se congregan en la parte alta de los terraplenes buscando una bajada cómoda al río, pero cuanta más cómoda sea la bajada por un terreno cortado en forma de embudo también mayor es el número de cocodrilos que aguarda en la salida del tobogán. Por eso optan por saltar al agua incluso desde grandes alturas. Las pautas son siempre las mismas. Primero ellas –las cebras-, más decididas pero mirando a ambos lados sin saber muy bien para donde tirar; después ellos, más simples y tercos que esperan a que sus “mujeres” comiencen a cruzar para echarse al agua. Una vez se mete el primero, los demás le siguen sin dudarlo en fila india. Sólo cuando uno de los que está en pleno cruce decide darse media vuelta víctima del pánico los demás le siguen y vuelta para atrás. Se corta el cruce migratorio del río por unos minutos, horas o incluso hasta el día siguiente, cuando cebras y ñus volverán a repetir el ritual. Cuantas más cebras y ñus haya durante el cruce mucho mejor. A mayor tamaño del grupo, menor es la probabilidad de que te toque la china de los cocodrilos. Eso es conveniencia en toda regla.



Los que logran cruzar, una vez arriba buscan refugio cuanto antes lejos de la orilla, en la “seguridad” de la planicie donde aguardan leones, guepardos y leopardos sabedores del estrés y agotamiento que los pobrecitos llevan encima. Pues bien, superado el trago de los cocodrilos y los felinos, ahora queda comer algo antes de emprender el regreso y de nuevo mojarse las pezuñas en las aguas del Mara.



Puedes ver más sobre el tema en mi Guía de Safaris Fotográficos en África: Kenia

MEJOR ÉPOCA: Desde finales de junio hasta finales de octubre la Gran Manada se encuentra en Masai Mara (Kenia) y el resto del año en Serengeti (Tanzania). Estamos pues en plena época de cruce del río Mara y es la actividad central de los safaris en ésta época.
El horario de la sabana en estos días se rige por los amaneceres para avistamiento de felinos (6-9 h.), en el cruce del río (10-17 h.) y de nuevo el momento de los felinos (17-19 h). Una jornada de lo más completa.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Lago Nakuru



Es difícil describir lo que uno siente ante un mar rosa. No me refiero al lago salado de Dakar sino a un horizonte infinito de plumas rosadas que tapizan por completo la somera superficie del lago Nakuru, en Kenya. Durante casi la totalidad del año este lago, uno de los muchos que jalonan el Gran Valle del Rift entre el sur de Kenya y el norte de Tanzania, se encuentra abarrotado de flamencos rosados y enanos -en invierno llegan a concentrarse más de 2 millones-, que encuentran aquí las características de alta alcalinidad apropiadas para que prolifere la spirulina, el alga microscópica que le sirve de alimento y le confiere el color rosado del plumaje. Para entenderlo rápido, en el lago Nakuru habita más de la mitad de los flamencos existentes en el mundo. Pero no están solos. A los flamencos acompañan pelícanos, marabúes, garzas, espátulas, ibis moritos, cigüeñas de pico amarillo, grullas coronadas, águilas pardas y pescadoras, y un sinfín de especies hasta componer una lista de más de ¡450 especies diferentes! censadas en el parque nacional.


El parque no es sólo famoso por sus flamencos sino por los rinocerontes blancos y negros. De hecho aquí se creó como el primer santuario de rinocerontes en Kenya en 1987. Otra de esas joyas escasas ya en la naturaleza es la jirafa Rothschild’s, autóctona del lago Nakuru y de la que sólo quedan unas 500 en el mundo. El bosque de acacias amarillas que rodea al lago es el principal lugar para contemplarlas.



Ah! y si buscamos leones o leopardos, es uno de los mejores parques para observarlos. ¿se puede pedir más?
Si vais a ir de viaje a Kenya seguro os ofrecerán los parques de Amboseli, Masai Mara, Aberdares, lago Naivasha, Samburu… Nakuru suele encontrarse entre los fijos pero si no lo está, no dudéis en incluirlo. Es un parque pequeño, de 188 hectáreas, idóneo para conocer en un par de safaris por lo que con un día en Nakuru si la agenda está apretada puede ser suficiente. Abundan también los búfalos, impalas, gacelas, antílopes de agua, etc. No dejéis de contemplar el lago rosado desde cualquiera de los miradores Out of África, baboon clift o Lion Hill.
Después de conocer unos cuantos lugares para la observación de aves os puedo garantizar que el lago Nakuru es uno de los mayores espectáculos ornitológicos del mundo. Lo siento, me tiene cautivado.



FOTOGRAFÍA. MEJORES ZONAS: Hippo point (mañana), Cormorant point (mañana), mirador Baboon Cliff (mediodía), Mirador Out of Africa (mediodía), Pelican point (tarde), cascada Makaria (tarde).

sábado, 25 de septiembre de 2010

Karen Blixen Camp

Reserva Masai Mara, Kenya.

Y que mejor que dar la bienvenida que con masai mara ¿qué emjor que comenzar con un Paraíso del Mundo como el de Kenya? a lo largo de los próximos días os contaré algunos de los mejores safaris.
se trata de uno de mis destinos preferidos. Cada año voy varias veces al año con grupos y este año tampoco faltaré. Mientras os dejo con un buen lugar donde descansar después de un safari, donde sentarse a tomar algo junto a la orilla del río...


 
Lo mejor de este camp es su situación a orillas del río Mara y la posibilidad de realizar safaris en el área de conservación de la Gran Planicie y Masai Mara Norte sin necesidad, si se quiere, de entrar la reserva nacional de Masai Mara. En época de migración esta gran planicie, antiguamente conocida como área de Conservación Koyaiki y Lemek está repleta de ñus entre julio y finales de septiembre. El acceso al parque puede realizarse por la puerta Musiara (45 minutos) o por la puerta Olonana (1 hora).
El campamento está situado a 30 minutos de lugar donde vive el leopardo George, protagonista de célebres documentales.
Las tiendas de campaña son muy amplias, bien ambientadas y decoradas. Lo mejor es la ducha al aire libre. Las amenities del baño están colocadas con gran gusto. Si uno se da una ducha de agua caliente al aire libre en plena noche sabrá lo que es sentirse en la gloria bajo un cielo repleto de estrellas.
El campamento tiene una zona común para relajarse o tomar una copa frente al fuego ubicado en un recodo del río excepcional como abrevadero de jirafas, elefantes, cebras y diferentes especies de gacelas.
Un lugar en el cada noche me voy a la cama deseando oir el "Jambo Jambo" que los empleados del camp utilizan como despertador antes de que salga el sol y comience un nuevo día de espectáculo en Masai Mara.

Mi valoración:
Situación: 6
Accesos: 5
Tranquilidad: 7
Arquitectura: 7
Ambiente: 8
Habitaciones: 8
Zonas comunes: 7
Gastronomía: 5
Servicio: 6
Servicio guías: 6
Integración Naturaleza: 8

Valoración general: 7



viernes, 24 de septiembre de 2010

La magia del momento. Amanece en Masai Mara



Hace ahora poco más de un año comenzaba mi andadura en la blogosfera con el blog sobre Ecoturismo en El País. Han transcurrido 15 meses y ese primer post de presentación refleja perfectamente la idea, concepto y filosofía por el que ahora nace este nuevo blog. Aquí os lo dejo...


Pasan unos minutos de las cinco de la mañana. Llevamos una semana intensa de safaris fotografiando las principales especies y paisajes de Samburu, Buffalo Springs, Shaba, Laikipia, y Masai Mara. También sus especies más raras y esquivas. No es la primera vez que mis compañeros de safari y yo llegamos hasta las tierras kenianas ya que, además de ser el trabajo de algunos de nosotros, los días de vacaciones también los reservamos para escapadas como ésta. Es agosto y las praderas infinitas de Masai Mara se encuentran repletas de herbívoros en plena migración. La Gran Manada de ñúes, cebras y gacelas se encuentra ya al norte del río Mara.

El día de ayer fue un día de migración clásico. Metidos en el 4x4 de sol a sol y disfrutando de estos miles de herbívoros y de los muchos carnívoros que no les pierden de vista. Contemplando vadeos imposibles y afortunados del río Mara –no por las varios cruces de grupos de ñues y cebras, éstas siempre más decididas,- sino por el cruce más inusual de jirafas e incluso de un enorme león macho en su afluente el Talek.
A las cinco de la madrugada oigo la puntual cantinela “Jambo, jambo” al otro lado de la lona de mi tienda. Es el empleado del Karen Blixen Camp que, a falta de timbre o teléfono, tiene por objeto realizar la ronda de despertador para los clientes que han de prepararse para salir raudos de safari. El cansancio tras varios días de baches, polvo y traslados sin descanso, junto con la previsión meteorológica poco halagüeña –incluso había estado lloviendo por la noche-, habían terminado de convencer a mis compañeros de viaje de que era la noche indicada para recargar baterías y descansar un poco antes de regresar a Nairobi. Yo me resistía a pensar en la sola posibilidad de no intentar disfrutar de un nuevo amanecer africano. Había convenido con nuestro conductor que si a las cinco no llovía nos veríamos en 30 minutos junto al 4x4 para hacer un breve safari de despedida. El último de ese verano. Para mi satisfacción la madrugada estaba casi despejada así que no dude un momento en reunirme con él en nuestro punto de encuentro. Un café rápido con unas pastas y… ¡al coche!.

El campamento Karen Blixen se encuentra a orillas del río Mara, en una zona algo escarpada del río antes de que éste fluya por terreno llano dentro de la reserva africana más conocida. Desde el campamento es preciso subir en coche hasta la gran planicie al noroeste de Masai Mara. Durante casi media hora, lo que dura el trayecto de subida, vienen a la mente muchas preguntas pero sobretodo una: ¿habrá merecido la pena el madrugón? Una vez arriba nos toparíamos con varias manadas de ñúes que se alimentan de estos verdes pastos –los mismos animales que dejamos ayer tarde echándose en la misma zona-, algunos impalas, alguna cebra, alguna pareja de dik-dik, etc. Seguramente algún elefante.
Apresurados llegábamos arriba con el alba. El reloj marcaba casi las 6. La claridad permitía ir adivinando siluetas y justo cuando asomaba entre las acacias una enorme manada de casi un centenar de elefantes, rompía la línea del horizonte el sol más africano que he visto nunca para componer la imagen soñada.

Esto es el ecoturismo, la observación en su medio natural de especies de flora y fauna, el esfuerzo y la paciencia propios de las salidas de campo, el nerviosismo de toparnos con algo que estábamos buscando con anhelo y, especialmente, la magia del momento. Kenia no quería despedirme sin hacerme un regalo, uno más como siempre hace desde que la pisé por primera vez. No hay trucos ni photosop. Sólo 100% África. Bienvenidos al ecoturismo en los paraísos del mundo y los safaris fotográficos.