Como os prometí ayer, el momento inolvidable de hoy lo es por inusual y afortunado. Ocurrió hace un par de años y lo tengo tan presente como el primer día pues no creo que vuelva a contemplar algo similar…
El león no se caracteriza principalmente por su gusto al agua y mucho menos a cruzar nadando en el “tranquilo” río protagonista de todos los documentales de La2.
Era la última mañana de una semana de safaris en Masai Mara. El día anterior habíamos intentado acercarnos hasta la orilla del río Mara en la zona de Loldopai pero nos fue imposible llegar por el desbordamiento del río. En época de lluvias las crecidas del nivel de agua pueden ser considerables y en efecto ésta lo fue. Antes, en el puesto de control del Punte Nuevo, al sur de la reserva, ya nos advirtieron que no llegaríamos porque el camino había desaparecido bajo el agua pero había que intentarlo. En efecto después de retroceder sobre nuestros pasos y reconocerles que tenían toda la razón, imposible seguir, reemprendimos camino de vuelta para continuar el safari lejos de la orilla.
Teníamos la espinita clavada de ver los cocodrilos y los hipopótamos así que coordinamos para el grupo al día siguiente un intento en el río Talek, afluente del Mara. El día amaneció soleado y hacia allá nos fuimos cambiando el habitual polvo del camino por el barro; un gran barrizal en algunas zonas. A duras penas pero sin riesgo conseguimos llegar a la orilla del Talek. En efecto allí estaban sus anfitriones y el hipopótamo y el cocodrilo contaban desde ese momento con una cruz en la lista de especies observadas.
A un kilómetro del lugar, detuvimos el vehículo para ver un bonito recodo del río pie a tierra en una zona segura, cuando ante nuestra sorpresa asomó entre la vegetación de la otra orilla un enorme macho de león. Tras mirar a uno y otro lado –y sobretodo de frente- el león no dudó en bajar el terraplén y detenerse junto al agua. A pesar de haber hecho infinidad de safaris y visto prácticamente de todo en Mara, he de reconocer que lo que sigue me sorprendió enormemente.
Convencidos de que el león se acercaba a saciar la sed después de lo que debía haber sido una gran comilona tras una buena noche de caza, a todos nos cambió la cara –a mi el primero- cuando éste comenzó a meterse en el agua lentamente, a mirar de nuevo a un lado y a otro – y sobretodo de frente- para, sin vacilar, lanzarse al agua y cruzar nadando el río hasta la otra orilla.
Por cierto ante tal estupefacción general menos mal que a uno le puede el sentido común, y al darnos cuenta de que la orilla en la que ahora se encontraba era precisamente la nuestra, nos faltó tiempo para subir al coche y ponernos a buen recaudo.
Después de haber llevado mucha gente a Masai Mara, lo vivido aquella mañana no lo olvidaré en la vida pues tan improbable es volver a ver una escena similar como que el cocodrilo se suba a lomos del hipopótamo y ambos vengan al lodge a traernos un zumo de naranja.
IMPRESIONANTE!! felicidades
ResponderEliminar