viernes, 1 de octubre de 2010

La Migración en Masai Mara. El río Mara (y IV)



Este es el ultimo post -de momento - que dedico a safaris en el Mara centrados en torno al río. Corresponde al safari realizado este año -hace apenas veinte días- coincidiendo con la migración.


A orillas del río Mara bulle la vida estos días. La vida de quienes se afanan por llegar al otro lado, y de quienes tratan a toda costa de impedírselo. La gran manada anda en estas fechas por las orillas del río más solicitado en los documentales de naturaleza. Para ser exactos llevan aquí desde finales de julio cuando como cada año llegan desde el sur (Serengeti tanzano) en una procesión interminable que bien recuerda a la película “Ruge la marabunta” pero cambiando la versión fórmica por otra de pezuñas y barbas blancas. Este documental en vivo también se ve en blanco y negro, el de las rayas de las cebras. Y aunque no es una película de amor precisamente, también abundan los cuernos; en las cabezas de las gacelas y los propios ñús.
 




Pero a parte de vida en estos meses hasta finales de octubre en el río Mara también vive la muerte. Y en este capítulo cobra especial relevancia la de los depredadores en tierra –con toda la retahíla imaginable de felinos-, agua –con los descomunales cocodrilos del Nilo- y aire- donde las enormes siluetas de los buitres no pierden oportunidad de darse un festín-. Muerte para los propios herbívoros, claro está, pero vida –la vida que llevan seis meses esperando-, para sus acérrimos enemigos.
La migración de este año está siendo espectacular, como siempre. Por lo que a los días en que he estado al pie del Mara respecta no he tenido la suerte de otros años con los cruces y vadeos de ríos en cuanto al tamaño de las manadas –aunque siempre se observa algún pequeño grupo que se juega el pellejo-. Algo está cambiando también en el trópico y las temporadas de lluvias y seca cada vez se diferencian menos. El cielo azul se ha hecho de rogar este año y en Nairobi no ha cesado de llover. Tampoco muy normal en esta época. Como siempre digo, lo del cambio climático parece que va en serio y se va materializando en fenómenos como este.


A falta de grandes vadeos este año me ha llamada poderosamente la atención la cantidad de cadáveres de crías de ñús y cebras dispersos por los pastos de Masai Mara. A pesar de recientes estudios que indican una regresión en las poblaciones de grandes felinos –y también herbívoros- en las últimas décadas (incluso 50%), la presencia de estos restos y esqueletos dispersos por las praderas indican que abundan los depredadores. Y claro, ante tanto plato apetitoso desparramado por los campos, la colección de buitres ha sido espectacular, gran cantidad de especies de carroñeros describiendo círculos en el aire o ya posados en árboles o el suelo esperando poder meter mano al buffet. Incluso atacando a pobres animales que todavía vivos pero mal heridos intentaban sin suerte defenderse de los picotazos de los buitres ante la mirada impotente se sus progenitores. Ha sido por así decirlo un Masai Mara más “gore” el de esta campaña (mi campaña), pero no deja de ser parte del ciclo que cada año se cita en las orillas del río Mara. Hasta el año que viene.


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