jueves, 7 de enero de 2016

Frailecillos de la isla Craigleith

En Craileight crian unas 5.500 parejas de frailecillos

Frente a la costa de la región escocesa de los Lothian orientales, en la boca sur del fiordo Firth of Forth emerge un pequeño archipiélago formado por cinco islas y un puñado de islotes. Por claros motivos, la más famosa de ellas es Basss Rock y la más literaria Fidra island, razones que os explicaré en próximos post.
Craigleith vista desde el puerto de North Berwick.

Craigleith es la más próxima al pequeño puerto de North Berwick, desde donde parten excursiones en barco a esta pequeña y baja isla situada a 1 kilómetro del puerto. En esta población costera situada a 40 minutos de Edimburgo se sitúa el Centro de Aves Marinas de Escocia (Scottish Seabird Centre), un fantástico centro de interpretación sobre las aves marinas dedicado especialmente a las aves de estas islas escocesas. Son también quienes organizan las excursiones en bote.
Araos sobre las rocas de Craigleith

La excursión a Craigleith forma parte en realidad de la misma que lleva a Bass Rock, principal atractivo insular local, y lo que hace es rodear el perímetro de la pequeña Craigleith para luego dirigirse a la vecina Bass Rock y hacer lo mismo en esta enorme roca basáltica emergida. ¿Qué tiene de interesante Craigleith? Pues sin duda las diferentes colonias de aves marinas que la habitan. Algunas aves son residentes mientras que otras, como los frailecillos, llegan a la isla entre marzo y finales de agosto para criar en sus nidos-madrigueras que sitúan en las zonas herbosas de Craigleith. Los frailecillos son sin duda el mayor reclamo de esta isla, llegando a formar una colonia integrada por unas 5.500 parejas.

Parejas de Eider.


Entre los principales habitantes alados de Craigleith se encuentran los cormoranes (entre febrero-finales agosto), alcas (abril-septiembre), araos  (abril-septiembre) y alguna pareja residente de halcón peregrino. También la presencia todo el año de foca gris. Una vez la embarcación alcanza la base de la pared rocosa de la isla, comienza un rodeo a marcha lenta que  permite ir observando y fotografiando las aves mientras nadan, pescan o descansar en su quehacer diario. Un magnífico aperitivo para Bass Rock y una inolvidable experiencia en sí mismo.

martes, 17 de noviembre de 2015

Garganta del río Dunajec, en los Montes Pienines

Río Dunajec, en el parque nacional Pienines

Y allí me encontraba hace unas semanas, sentado sobre las tablas de una de las muchas balsas tradicionales que a diario bajan el río Dunajec, el eje vertebral del parque nacional de los Montes Pienines, al sur de Polonia. Me habían recomendado este sencillo descenso como la mejor forma para apreciar la garganta caliza del Dunajec, y a buena fe que lo es. La bajada en balsas presenta dos particularidades: que se viene realizando desde hace más de un siglo y que las balsas son embarcaciones que se desmontan totalmente en piezas cuando concluyen el recorrido y que las vuelven a montar cuando las meten de nuevo en el agua río arriba. El descenso es muy sencillo, tanto que el visitante no hace nada; sólo sentarse y disfrutar del que sería una especie de safari fotográfico paisajístico. Dos barqueros se encargan de conducir la embarcación río abajo con la ayuda de un largo palo a modo de pértiga. Se puede realizar un descenso de 18 kilómetros (2 horas) o de 12 kilómetros (1 h. 30 min.). El tramo más apasionante es el segundo, donde se localizan los kilómetros más fascinantes de este recorrido por los Montes Pienines, una bella sierra de los Cárpatos.
Monte Sokoloica

Este tramo se inicia en el puerto del pequeño pueblo de Sromowce-Katy y durante buena parte del descenso el río sirve de frontera entre Polonia y Eslovaquia, hasta casi el final del recorrido en Szczawnica-Nize. En verano bajan el río más de 200 balsas y algunas hasta dos veces por jornada.
Monte Las Tres Coronas

Durante el recorrido se disfruta de las mejores panorámicas de la Garganta del río Dunajec, rocas calizas de inmensas paredes oscuras que se alternan con bosques formados fundamentalmente por hayedo-abetal de gran frondosidad y belleza, especialmente en otoño, el mejor momento para la visita. Pero ojo, sólo hasta el 31 de octubre, cuando cesan los descensos por la climatología hasta el mes de abril.
El río  se desciende en balsas tradicionales desde hace más de un siglo

El descenso es muy popular en Polonia y los puntos de mayor interés son el Monte Tres Coronas (con sus 982 m. es la máxima altura del parque), nada más comenzar el recorrido, y el monte Sokoloica en cuya cima se encuentra uno de los miradores más célebres del país colgado sobre un meandro del río.

El parque destaca por su gran cantidad de endemismos botánicos, como el diente de león de los Pienines (Terexacum pieninicum) y el Erysimum pieninicum, además de muchas especies de orquídeas. Entre sus habitantes más famosos, el lince boreal (encabezando una lista de fauna vertebrada compuesta por más de la mitad de todas las especies presentes en Polonia), además del treparriscos o 17 especies de quirópteros, si bien el parque es un paraíso entomológico.
Llegando al final del descenso, en Szczawnica


Un lugar precioso, mágico, que cuenta la leyenda fue el hogar del Robin Hood polaco… 

jueves, 15 de octubre de 2015

En busca del oso en los Tatras polacos


En la región de Malopolska, al sur de Polonia, se levantan las abruptas montañas de la cordillera de los Tatras. Zakopnae es su localidad de referencia y el rebeco el emblema de un parque nacional en el que viven también osos, lobos, linces boreales, urogallos, ciervos, corzos, y un largo etcétera de animales asociados, fundamentalmente, al bosque, que es lo que predomina en el parque nacional Tatra.

Los Montes Tatra pertenecen en realidad a Polonia y Eslovaquia, que no se lo reparten a partes iguales, lo hacen a razón de un 20% y un 80% respectivamente. Unos 1.000 kilómetros forman el parque nacional Tatransky (los Tatras eslovacos) y poco más de 200 kilómetros cuadrados se encuentran en el parque nacional Tatrzanski, en Polonia.
Y a los montes Tatras llegué en busca de osos pardos. Por su densidad (unos 20 ejemplares) no es el mejor lugar de Europa para ir a buscarlo, pero había que intentarlo. Máxime cuando partimos conocedores de que el día anterior se había visto uno en la zona del pico Kasprowy. Allí fuimos en su búsqueda.

El Monte Kasprowy es muy famoso por su fácil acceso en funicular desde Kuznice, en Zakopane, que sube desde los aproximadamente 1.100 metros de altitud hasta los 1.987  metros de la cima. Una vez arriba, las vistas panorámicas son absolutamente espectaculares, dominando los Tatras occidentales y las altas cumbres de los Tatras centrales (rondan los 2.500 metros de altitud). El día comenzó bien, con un sol espléndido en la cumbre, y un mar de nubes que poco a poco iba trepando ladera arriba a buen ritmo. Supongo que a media mañana nuestra privilegiada visión de las cumbres sería ya misión imposible cubiertas por la niebla. El otoño es probablemente la mejor época en estas montañas ya que al fantástico colorido de serbales, arces, hayas, alerces y abedules, se unen las escasas precipitaciones que se suelen registrar en la estación de los colores. Completan el panorama arbóreo los pequeños pinos muga, las coníferas que crecen a mayor altitud en etas montañas, y los esbeltos abetos.

Desde uno de los espolones del pico, al que se llega caminando en 30 minutos desde la estación superior del teleférico, se abre el abismo de los Tatras eslovacos. Privilegiado mirador éste de las montañas vecinas.

Nuestro recorrido en busca del oso visto la jornada anterior lo realizamos  acompañados de un guía polaco del parque nacional (Jan) y de Olmo, un gallego que realizaba prácticas en este espacio protegido. Buena compañía.

El punto de inicio lo establecimos en la estación meteorológica, el edificio situado a mayor altitud en Polonia, y desde allí emprendimos el descenso durante 6,2 km. por las praderas de alta montaña y los bosques hasta la base del teleférico. Es un recorrido popular y los visitantes lo suelen realizar de subida. No está mal teniendo en cuanta que no existe un metro en llano y salva un desnivel de 1.000 metros. En bajada, es algo así como una escalera irregular de piedras, sin dificultad técnica, pero en permanente descenso.


¿Y el oso? Pues por allí estuvimos buscándolo en las zonas donde se suele mover, por los claros de bosque y los lindes forestales entre el bosque y las praderas de alta montaña. Nada de nada. La veintena de osos pardos que habita los Tatras polacos se mueve con enorme facilidad y bastante frecuencia entre ambos países. Me comentaba Olmo que un oso marcado con radiotrasmisor se había desplazado en un par de meses desde Polonia a Eslovaquia y de aquí a los Cárpatos rumanos pasando por las montañas húngaras antes de regresar a Polonia… un buen viaje para el plantígrado.

Disfrutamos en cambio con las panorámicas cimeras, con el hábitat donde se movían los rebecos y marmotas, de la calma del bosque en el que se esconden sigilosamente, fuera de la vista humana, una manada de lobos, un centenar de ciervos, urogallos y linces boreales. No obstante la jornada fue sumamente agradable, entre colores otoñales y el frescor de los arroyos en el fondo del valle Bystra.

Bajando por el empinado sendero que recorre el cordal que separa los valles de Goryczkova al oeste y Kasprowa al este, hasta la proa del cordal (Myslenickle Crags; 1.360 m.), donde se ubica la estación intermedia del teleférico. A partir de aquí el sendero pasa a ser pista por el valle Bystra y el desnivel se suaviza notablemente.


Al día siguiente, cuando me disponía a recorrer otros de los valles de los Tatras occidentales, Jan y Olmo, los guías del parque nacional me mandaron un mensaje: ¡hemos visto al oso!, esta mañana, desde el teleférico. Tal vez tenga más suerte en mi próxima visita a este bello parque nacional polaco… "Nature is nature".
El oso, en el centro, fotografiado desde el funicular. Foto: Katie Philips. 

lunes, 7 de septiembre de 2015

Lago Bogoria, el nuevo Nakuru

El lago Bogoria llega a concentrar 2 millones de flamencos, como antes hacía Nakuru

Apurando los últimos años de la carrera, mientras concluía Zoología, un deseo se había terminado de consolidar entre mis sueños viajeros: visitar el Lago Nakuru. La culpa la tenían esos más de 2 millones de flamencos que se agolpaban en sus orillas dando lugar a mi postal anhelada. Una imagen de ensueño que unos años después tuve la oportunidad de ver materializada ante mis incrédulos ojos. No era ninguna quimera sino un sueño cumplido. Un parque al que regresaba cada año en mis habituales safaris fotográficos por Kenia y que sin duda catalogaba como el mejor parque del continente negro. Rinocerontes, leones, jirafas Rothschild, colobos blancos  y negros, leopardos, leones… demasiados atractivos en un parque nacional pequeño. Junto a Masai Mara, la estrella de mis viajes. Algo en lo que coincidían los viajeros que me acompañaban. Mi amor incondicional por aquel parque africano fue desde ese momento eterno. O casi eterno.

En el año 2012 todo cambió. Movimientos tectónicos en el valle del Rift dieron al traste con el espectáculo natural del Lago Nakuru. El nivel del agua subió mucho y súbitamente, acabando con la existencia de spirulina, el alga que constituye el principal alimento de los cientos de miles de flamencos grandes y enanos que habitaban el lago. Como siempre ocurre con todos los animales, si no hay alimento hay que marcharse a buscarlo y eso hicieron los flamencos, que pusieron rumbo a otros lagos del Rift  en busca de un nuevo hogar donde alimentarse.

Hace un par de años pude comprobar cómo quienes apuntaban al lago Bogoria (a dos horas en coche desde Nakuru)  como el lugar elegido en su mayoría por los flamencos de Nakuru estaban en lo cierto. Este verano lo he vuelto a comprobar. Las orillas del Lago Bogoria rebosan flamencos.
 
Bogoria es probablemente el mejor lugar de Kenia para observar Gran Kudu
La orografía de este lago keniata declarado reserva nacional e incluido en el Patrimonio de la Humanidad de los Lagos del Valle del Rift de Kenia es mucho más escarpada que Nakuru. Su vasta lámina de agua salada (con 10 metros en su parte más profunda) está enmarcada por el telón montañoso de Laikipia en su vertiente oriental y por el sinuoso relieve montañoso de su orilla occidental formando un lago de unos 35 kilómetros de largo por 3,5 kilómetros de ancho.

Los flamencos se encuentran repartidos por el perímetro de las orillas y a algunos de estos grupos de aves se accede más fácilmente que a otros. Es el caso del extremo noroeste y de las inmediaciones de los hot springs centrales (al pie del mirador enclavado a 3,5 km. de los manantiales de agua caliente.).
Hot spring en el Lago Bogoria. Manantial sulfuroso y caliente con géiser incluido.

Es cierto que Bogoria no presenta el atractivo de los grandes mamíferos africanos como ocurre en Nakuru, pero para quienes llegan a Kenia atraídos por la imagen de millones de flamencos tiñendo de rosa las someras aguas de un lago es bueno que sepan que la escena desde hace 3 años ya no es posible en Nakuru si no que han de acercarse hasta el lago Bogoria. Por este motivo titularé al capítulo dedicado a Bogoria de la nueva edición de mi Guía de Safaris Fotográficos en Kenia, prevista para comienzos de 2016, como lago Bogoria: el nuevo Nakuru. Creo que identifica bastante bien lo que antes era el bello Nakuru aunque, como digo, le falta vida mamífera en comparación a éste. Si es muy buen lugar para ver el antílope gran Kudu; uno de los mejores lugares y de más fácil acceso en este país del África Oriental. Aunque viven guepardos, hienas, leopardos, etc. no será nada fácil dar con ellos. Si veremos algún pequeño grupito de cebras, impalas, avestruces y los siempre fieles dikdiks. Sin grandes florituras en este destino flamenco.


El otro gran atractivo del Lago Bogoria, además de los flamencos, y del  gran Kudu, es el paisaje volcánico del lago y la existencia de un par de puntos geotermales e hidrotermales de gran belleza (en la orilla central y sur del lago). Es el único lago de Kenia donde podremos ver géiseres en acción, en un ambiente sulfuroso (si el nivel del agua no es demasiado alto…). El año que viene, en mi  habitual safari a finales de agosto, regresaré a mi querida Kenia y el lago Bogoria, estará entre los parques visitados.