jueves, 12 de diciembre de 2013

Otra visión de Vatnajökull,el mayor glaciar de Europa



Ya por la mañana, bajo un sol en este caso radiante que nos permitió disfrutar del mismo frente de avance de hielo que la pasada madrugada pero con todos los colores, decidimos acercarnos a otra de las lenguas del glaciar… Fue sólo un espejismo. Lo del sol, no lo del glaciar. Como es costumbre en Islandia el tiempo cambia rápidamente y en lo que tardamos en ir desde el centro de visitantes hacia la N-1 y tomar el desvío a la izquierda que por pista de tierra se dirige directamente al glaciar, las nubes hicieron acto de presencia. En el desvío, qué os voy a contar, rezaba otro de esos nombres impronunciables que encontramos a lo largo y ancho del país. Svínafellsjökull indicaba (los hay peores la verdad) y para allá nos fuimos sin tiempo que perder a través de esos 2 kilómetros de pista volcánica.





A diferencia de la aproximación a Skaftafellsjökull, la de Svínafellsjökull permite recorrer el glaciar desde el lateral de una forma más sencilla. Al menos durante la primera parte del sendero hasta que éste comienza a complicarse y es preciso regresar. Ambas lenguas glaciares son como ya comenté parte, junto a otras muchas, del mismo glaciar: el gigantesco Vatnajökull, el mayor de los glaciares europeos (8.100 kilómetros cuadrados de campo de hielo). La pista de acceso a Svínafellsjökull ofrece por cierto una excepcional panorámica frontal de su vecino occidental Skaftafellsjökull.

La pista de lapilli termina en una explanada a modo de aparcamiento en la que es posible dejar el vehículo a un paso del hielo.





En la zona de ablación (parte delantera de la lengua de hielo) el peso del hielo y la gravedad hacen que el hielo avance empujado desde la cuenca de alimentación (parte trasera) y el frente se vaya deshaciendo y formando una laguna en la que los trozos de hielo flotan hasta deshacerse. Este es el primer contacto que tuvimos con Svínafellsjökull, la laguna en la que flotaban los icebergs. Llama la atención la cantidad de sedimentos que transporta la morrena. Estos derrubios dan un aspecto sucio al hielo, que junto a las tonalidades que en esa mañana adquiría el hielo entre nubes y claros, confirieron una imagen un tanto fantasmagórica a este rincón bello del parque.
Aquí no ocurre como en la espectacular laguna Jökulsarlón, ésta es una laguna ciega que no comunica directamente con el mar dando salida a los icebergs.






Tras la toma de contacto con la laguna, un sendero asciende por el margen izquierdo (derecha natural) de la morrena frontal. La piedra hace que más que sendero se trate de escalones en la roca, pero no presenta gran dificultad. El sendero sube ofreciendo unas panorámicas cada vez más aéreas y amplias de toda la lengua glaciar. En la forma física de cada uno, experiencia montañera y la existencia o no de hielo en la morrena, está el punto de retorno por el mismo camino hasta el aparcamiento. Por breve que sea la caminata os garantizo que merece la pena.

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