Navegando por el río Rapti se pueden ver muchas cosas. Se observa la vida diaria de sus habitantes, la etnia Tharu. Las mujeres lavan la ropa y los niños juegan en sus orillas mientras algunos hombres pescan, gracias a la licencia gubernamental a bordo de finos y largos cayucos de madera. Pero también se observa mucha fauna, sobretodo aves, y algún cocodrilo. Estamos en el parque nacional Royal Chitwan, al sur de Nepal y lindando con India. Es la región nepalí del Terai. Un enclave estratégico que explica lo que en las próximas horas voy a observar. Sólo aquí es posible.
Es precisamente a bordo de esas balsas tradicionales de poco calado y gran esbeltez con las que se realizar los safaris fotográficos fluviales que ahora comparto con vosotros. Desde el Narayani Safari Lodge bajamos a la orilla del río, la misma por la que cruzamos ayer a lomos de elefante para montar en esta ocasión en una de estas barcas y descender 4 kilómetros aguas abajo hasta las inmediaciones del Centro de Cría de Gaviales que el parque posee en Kasara.
Se trata de un descenso muy tranquilo, perfecto para dar rienda suelta a la fotografía. Los pasajeros estamos confiados a pesar de la aparente fragilidad de la embarcación y del necesario achique de agua gracias a una esponjilla que el remero compagina con sus funcionas propias de patrón. Suerte que parece mostrar destreza en ambas cosas.
Durante el paseo, no faltarán modelos en forma de garcillas comunes, garzas grandes blancas, garcillas bueyeras, martinetes, cigüeñas negras –entre otras especies de cigüeñas-, incluso algún marabú, y los viajeros tarros canelos. Un ibis negro sobrevuela nuestras cabezas.
Desde sus ramas posadero preferidas observa siempre vigilante el martín pescador. En Chitwan existen 5 coloridas especies. Debajo, algunos limícolas recorrer el fango de la orilla sin cesar antes de emprender el vuelo a ras de agua hasta la otra orilla.
Siguiendo las acrobacias aéreas de un martín pescador de pecho blanco en la vertical de unos pequeños rápidos descubro en un banco de arena la silueta tranquila de un cocodrilo. Al acercarme observo que se trata de un gavial, una de las dos especies de cocodrilo residentes en el parque. El gavial (Gavialis gangeticus) es un cocodrilo que alcanza grandes dimensiones –algunos machos llegan a los cinco metros-. A pesar de su dentadura amenazante se alimenta exclusivamente de pescado. Por eso se encontraba compartiendo territorio alimenticio con el martín pescador. A ambos les gustan las aguas claras. Aunque de momento no he visto ninguno, también moran las orillas del Rapti los cocodrilos asiáticos de buen tamaño y hocico más corto que su pariente africano. Tampoco he tenido la fortuna de avistar alguno de los delfines del Ganges.
Al pasar los rápidos en un recodo del río ponemos pie a tierra para dirigirnos caminando hasta el centro de cría en cautividad de Gavial. En esta granja se cría miles de gaviales de todas las edades y tamaños, antes de ser reintroducidos en el medio natural. También tortugas terrestres. En sus piscinas es posible contemplar de cerca el curioso aspecto del hocico de los cocodrilos gaviales. Extremadamente estrechos y alargados. Parecería una flauta de no ser por la hilera de enormes dientes que flanquean ambas mandíbulas.
En el extremo poseen una protuberancia que en los machos adultos llega a ser del tamaño de una pelota de tenis. Paso un buen rato mirando estos curiosos animales, exclusivos del norte de India y Nepal. Algunos tienen el hocico partido fruto de una excesiva presión. Es tan fino que no soporte grandes esfuerzos ni tensiones, imposible pues dar muerte a una gran presa con esa “delicada” mandíbula, diseñada para pequeños peces.
Es hora de volver al lodge, pero no lo haré remontando el río en canoa sino caminando. Un safari fotográfico a pie por los dominios del tigre, el rinoceronte, el oso y el leopardo… pero eso os lo cuento mañana.
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