Fue precisamente a primeros de un mes de enero, el de 2004, cuando fui por primera vez a Aruba. Era la época futbolística del Barcelona de los holandeses (como han cambiado las cosas…) y os preguntaréis, como es lógico, ¿a cuento de qué os digo ahora esto? Pues uno de mis clientes, una empresa con sede en Barcelona, andaba buscando destino diferente para su viaje de incentivo anual y como por aquella época sonaba mucho por la Ciudad Condal (al menos eso fue lo que me dijo; yo vivía en Madrid) como magnífico lugar de vacaciones para alguno de esos holandeses la isla de Aruba pues… allá que me mandaron! A conocer y examinar a fondo las posibilidades de la isla para un futuro viaje a esta isla de las Antillas Neerlandesas.
Fue así como llegué a una isla a la que, en principio, no tenía pensado ir (al menos a corto plazo). Al pisar Oranjestad, la capital, me recibieron y trataron las autoridades turísticas por todo lo alto, dicho sea de paso (y agradecido que sigo). También para ellos era noticia que estuvieran en el punto de mira como destino de incentivos...
Venía directamente de recorrer la Reserva de la Biosfera de Sian Kaan en la península de Yucatán, donde las distancias son grandes y me sorprendió nada más aterrizar desde Cancún, en primer lugar el tamaño de la isla. Una isla muy pequeña (40 kilómetros de largo por 8 kilómetros de ancho), enclavada en el Caribe frente a la costa de Venezuela. Las buenas comunicaciones hacen además muy fácil moverse por ella. Me llamó la atención como una mitad de la isla está bastante edificada (occidental) y la otra casi virgen (oriental). También me llamó la atención el papiamento (su lengua oficial, que por cierto algo de español tiene…).
Fue así como descubrí el parque nacional Arikok. Se trata de un parque nacional semidesértico que ocupa casi el 20% de la isla de Aruba. Está situado en la vertiente oriental. Antaño habitado por los indios Arawak (que han dejado entre otras cosas manifestaciones pictóricas en abrigos naturales y cuevas como en el caso de la Cueva Fontein, en la foto). La flora y la fauna son muy particulares. Diferentes a la imagen tropical y exuberante que habitualmente tenemos de las islas caribeñas. Abundan las cactáceas de diferentes especies y la isla es productor mundial de Aloe vera. Es importante la existencia de fósiles y microfósiles vegetales.
Respecto a la fauna, ésta es generosa en reptiles (como la curiosa lagartija verde que me recibió a la entrada, iguanas y serpientes), y sobretodo aves.
El parque se recorre con facilidad mediante la red de caminos y senderos que lo atraviesan desde el mar hasta su punto más alto, casi en el centro de la isla: las colinas Jamanota (188 m .). También se recorre en 4x4 y es así como se llega por ejemplo al litoral en el que abundan las dunas y alguna playa –pocas en relación a la otra mitad de la isla- como los parajes de Dos Playas y Boca Prins (fotos), muy cerca de Fontein cave, y también a las piscinas naturales (más expuestas al oleaje) llamadas Conchi. Todo el uso público y los lugares de interés se concentran en la mitad septentrional del parque, al que se accede por carretera desde Santa Cruz. En la entrada (acceso San Fuego) existe un centro de información del parque nacional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario