Cruce del Círculo Polar Ártico

Atravesando el bosque boreal finlandés con mis compañeros de viaje.

La de hoy no es una propuesta de safari fotográfico pero si de experiencia en la naturaleza, sobre lo que también versa este blog. Bueno quien sabe si de paso nos toparemos con algún alce o algún reno. Hoy tengo reservado este post para recordar uno de esos momentos con toque aventurero (eso no quiere decir riesgo en este caso), que uno tiene la suerte de vivir. Fue hace unos años en una Finlandia nevada hasta los topes, como suele ocurrir entre noviembre y abril.

Avanzando en la tundra.

Entre las visitas a la naturaleza finlandesa de la región de Kussamo, como son la descrita el pasado día en las cascadas de la reserva natural Korouoma Ravine o la del parque nacional Oulanka que os contaré en la próxima entrada, me había reservado unas jornadas para vivir una experiencia absolutamente inolvidable.

Normalmente la gente suele cruzar la línea del Círculo Polar Ártico sin enterarse, desde las alturas y la comodidad de un avión, ya sea dentro de alguna de las rutas aéreas comerciales o bien para acceder hasta la siempre espectacular Laponia. Bien diferente es hacerlo con los pies en el suelo. Sentir el frío, escuchar el silencio de la tundra… Estaba decidido a hacerlo y quería que fuera como solían hacerlo los exploradores de antaño, en un trineo de perros.

El cartel indica que hemos cruzado "la línea"

Perros y nieve forman una simbiosis tan perfecta como necesaria para acometer la siempre aventura de cruzar la línea del Círculo Polar Ártico. Cruzar esta línea imaginaria trazada a lo largo de los 66’5º de latitud Norte supone un riesgo controlado según la zona por donde este paso se lleve a cabo. Yo elegí uno de los lugares míticos para entrar en el Círculo Polar, la región de Laponia por su parte finlandesa. Esta zona ofrece una posible línea de cruce de aproximadamente 250 kilómetros de longitud. No es fácil decidirse por el lugar exacto, pues toda la Laponia finlandesa está surcada por pistas forestales, abundantes y bien repartidas. Confiando mi suerte en la experiencia contrastada de Wolf, un lapón que ha hecho del Mushing su forma de vida, me pongo en sus manos y enfilo rumbo a una de las zonas más impresionantes: el Parque Nacional de Oulanka, en las proximidades de Käylä, al sur del Círculo (a 50 kilómetros de Kussamo), y Hautajärvi, al norte. Ese es precisamente el itinerario elegido, el que separa ambas poblaciones.

Abandonando uno de los refugios empleados en la ruta.

Los perros huskies serán en los próximos dos días y más que nunca, los mejores amigos del hombre, o eso quiero pensar. Con el paso de las horas toda buena esperanza se confirma y la relación afectiva entre estos animales y nosotros afianza la buena química inicial. Bueno conmigo, con Wolf ya la tenían. Es increíble comprobar cómo los perros responden al instante las órdenes del musher. Ni siquiera el intenso frío durante la travesía, que llegó a alcanzar una sensación térmica de –30ºC, causó mella en los perros. El verdadero problema es la acumulación de nieve. Cuando se abría huella entre el espeso bosque de coníferas que tapiza todo el recorrido, los perros guía, mucho más calmados que los del resto del tiro, pasaban auténticas penurias para conseguir avanzar entre tanta nieve. No fueron pocas las veces que había que bajarse del trineo para ayudar a tan esforzados animales. El cruce de las superficies heladas de algunos lagos que nos topamos en el recorrido, donde mejor avanzan los perros, y la noche alrededor de la hoguera para combatir el frío lapón son momentos realmente memorables.

Pues sí, allí estoy yo en una foto para el recuerdo con Wolf, sus compañeros que vinieron a buscarnos y los perros descansando bajo el cartel que indica que hemos conseguido el objetivo.

Esta experiencia tiene una versión reducida. Mucho más light. Media jornada es suficiente para vivir la experiencia de cruzar el Círculo Polar. Sólo es necesario como digo elegir el punto de cruce más cómodo y cercano. Sea cual sea la versión elegida os iréis a la cama con la sensación de los auténticos exploradores.