sábado, 11 de junio de 2011

La costa de las focas


Hammstangi, a unos 200 kilómetros al norte de Reykjavik, es parada obligada si nos interesan las focas. Allí se encuentra el museo dedicado a estos mamíferos marinos, una casa solitaria junto al pequeño puerto alberga una exposición con paneles, animales disecados y buena información ameniza el interior del caserón, afuera, algunas simpáticas tallas de madera decoran el desangelado jardín exterior. Esta casa museo de las focas es también el lugar para apuntarse a las salidas en barca para observarlas (unos 35 euros). Esta parte de la costa del país es la zona elegida por las dos especies de focas que habitan Islandia (la foca gris y la foca de puerto) para vivir.



La foca gris (Halichoerus grypus) es más escasa y se encuentra en puntos más localizados que la foca de puerto (Phoca vitualina), que se reparte de forma más homogénea a lo largo de la bahía. Se reparten en pequeños grupos, parejas o ejemplares sueltos en playas de cantos rodados, espolones rocosos o bancos de arena que quedan al descubierto con la bajamar y se pueden encontrar salpicadas a lo largo de la enorme bahía Húnaflói y sus cuatro fiordos principales: Steingrimsfjördur, Birufjördur, Hrútafjördur y Midfjördur. En este último se localiza Hammstangi. La carretera 68 costea por todo el litoral y es buen recorrido para intentar avistarlas desde tierra.



Desde el puerto de Hammstangi no se necesitan más de 15 minutos para cruzar a la otra orilla de la bahía y encontrar los primeros ejemplares. Como siempre que se trata de excursiones marítimas, las aves no faltan a la cita y en esta ocasión tenemos ocasión de disfrutar con la presencia de colimbos, ánsares, eiders, gaviotas, petreles, skúas, charranes, charrancitos, etc. Una hora después, tras haber degustado un chocolate caliente que reparten los guías, el barco regresa a puerto.
La embarcación mantiene una distancia con las focas notable. Os recomiendo un teleobjetivo largo.



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